jueves, 1 de enero de 2015

¿Qué es la degradación del agua? ¿Cómo nos afecta?

La degradación del agua consiste, basicamente, en su contaminación por la acción de introducir en ella algún material o inducir condiciones que impliquen, de forma directa o indirecta, una alteración perjudicial de su calidad en relación a sus usos posteriores o sus servicios ambientales.

 
Y esto se da muy a menudo, ya que debido a su aparente abundancia, a su ciclo natural con capacidad de purificación y su facilidad para regenerarse, constituye habitualmente el vertedero principal en el cual arrojamos todo tipo de desechos, ya sea pesticidas, desechos químicos, metales pesados, residuos radiactivos, etc.

La contaminación del agua se encuentra en todas partes del mundo, y en algunos lugares específicos, según análisis científicos, hay altos niveles de contaminación desde hace siglos, por ejemplo en la desembocadura del Río Nilo, al punto de ser peligrosa para la salud humana y dañinas para la vida.
Sin embargo, ha sido en este último siglo en donde las aguas han sufrido su mayor degradación, debido principalmente a las zonas portuarias de las grandes ciudades, las zonas industriales, y el desarrollo en general de la sociedad que han ido cargando de desechos y toda clase de contaminantes los ríos, lagos y mares.
Qué recursos se ven afectados por la degradación del agua

Existen muchos tipos de recursos marinos disponibles: los lechos marino no bióticos (organismos sin vida) como minerales, gases hidratos, y los recursos bioticos (organismos vivos) como los peces, las algas y los mariscos. La explotación de estos recursos está limitada por el nivel de desarrollo tecnológico y por la fuerza de los elementos naturales.
En principio, los mares y océanos son considerados como una fuente de riqueza inagotable, jugando un rol fundamental en la vida social, cultural y económica de los pueblos. Sin embargo, con el avance de la tecnología, y el aumento en la densidad poblacional de las zonas costeras, la presión sobre los recursos naturales marinos ha ido en notable aumento, generando una degradación del agua aún mayor.

La problemática es global, y la calidad de los recursos vivos y no vivos depende no sólo de cómo se regula en los diferentes países la pesca y otro tipo de actividades en sus aguas, sino también de cómo se regulan más allá de sus fronteras, por lo que la legislación local debe ir acompañada de medidas de cooperación a nivel internacional.
Soluciones a futuro

Teniendo en cuenta que la FAO estima que para el año 2050, el crecimiento demográfico y el aumento de los ingresos exigirán un incremento del 70% de la producción mundial de alimentos, deberán generarse alternativas que hagan un uso eficaz de los recursos de tierras y aguas, pero que a la vez no produzca daños.
En este sentido, es muy importante realizar una mezcla de mejor gestión de los sistemas de regadío, inversión en conocimiento local y tecnología moderna, creación de conocimientos y capacitación, que permitan llevar a cabo un uso eficaz del agua.
A su vez, prácticas agrícolas innovadoras como la agricultura de conservación, la agrosilvicultura, sistemas integrados agropecuarios y sistemas integrados de irrigación y acuicultura, serán factores clave para superar estos desafíos relacionados a la seguridad alimentaria y a la reducción de la pobreza, a los cuales nos veremos enfrentados por culpa de nuestra propia conducta previa.