El primer marco político que describe las actividades necesarias para incluir áreas marinas costeras, como los manglares, las marismas de marea y las praderas marinas, en el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) figura en el informe presentado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Conservation International (CI), dos de los principales miembros de la iniciativa Carbono Azul.
En el informe, Marco político relativo al carbono azul, se hace un llamamiento a la comunidad internacional en el marco de las conversaciones sobre cambio climático de las Naciones Unidas celebradas en Durban con el fin de que se tenga en cuenta la conservación de las áreas costeras en las políticas relativas al cambio climático y en la negociación de los procesos de financiación. En el estudio también se pone de manifiesto la necesidad de que el Convenio sobre Diversidad Biológica, la Convención Ramsar sobre Humedades y el mercado voluntario de carbono tengan en cuentan los ecosistemas marinos costeros.
“Los océanos y la biodiversidad marina son fundamentales a la hora de regular el clima mundial” afirma Carl Gustaf Lundin, Director del Programa Global Marino y Polar de la UICN. “Los océanos absorben el 93,4 % del calentamiento producido por el cambio climático, así como un tercio del dióxido de carbono inducido por el hombre. Las áreas costeras cuentan también con una excepcional capacidad para almacenar carbono. Sin embargo, las soluciones naturales que actualmente ofrece el mundo marino para hacer frente a los retos que presenta el cambio climático son rara vez contempladas en las políticas internacionales sobre cambio climático.”
El CMNUCC y la iniciativa conocida como REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación, más la conservación) brindan su apoyo a la conservación y la restauración de bosques terrestres como forma para reducir los efectos del cambio climático. Sin embargo, el Convenio todavía no reconoce totalmente la importancia de los sumideros de carbono costeros, como los manglares, las marismas de marea y las praderas marinas.
Aunque los ecosistemas costeros sólo cubren entre el uno y el dos por ciento del territorio mundial ocupado por bosques, una mejora en su gestión puede contribuir a reducir las emisiones derivadas de la degradación de los bosques tropicales. Un kilómetro cuadrado de un ecosistema costero puede almacenar hasta cinco veces más carbono que la misma superficie ocupada por bosques tropicales maduros. Con todo, actualmente la velocidad a la que se destruyen estas áreas es entre tres y cuatro veces superior que en el caso de los bosques, con lo cual se liberan importantes cantidades de dióxido de carbono en la atmosfera y los océanos y ello, en consecuencia, contribuye al cambio climático.
“Creemos que este reconocimiento es fundamental,” explica el Dr. Emily Pidgeon, coautor del informe, Director Sénior de Iniciativas Estratégicas Marinas de Conservation International y uno de los principales científicos expertos en el tema del carbono azul. “La gestión del carbono en los sistemas costeros ya puede incluirse en varios componentes del CMNUCC y de REDD+. La elaboración de este plan tiene por objeto ayudar a detallar los procedimientos clave siguientes a adoptar por lo que se refiere a la completa integración del carbono azul en las iniciativas existentes.”
“Ahora contamos con pruebas suficientes que justifican que la conservación de manglares, marismas de marea, praderas marinas y otros hábitats donde se captura carbono azul constituye una herramienta extremadamente valiosa en nuestra lucha contra el cambio climático,” afirma Pierre-Yves Cousteau, Embajador de Buena Voluntad de la UICN y fundador de Cousteau Divers, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la protección del mundo marino. “Estas fangosas áreas costeras también nos ayudan a adaptarnos al cambio climático. Protegen a las comunidades locales frente a tormentas y regulan la calidad de las aguas costeras. Es de esperar que un incremento en el reconocimiento de su importancia por parte de la comunidad que se ocupa del cambio climático mejore el modo de gestionar y conservar dichos recursos naturales."
“Debemos convencer a una comunidad política más amplia acerca de que la tesis del carbono azul posee una sólida base científica y que debe considerarse una valiosa herramienta dentro del conjunto de esfuerzos mundiales que llevamos a cabo para hacer frente y adaptarnos a las repercusiones del cambio climático. También debemos asegurarnos de que los encargados de la toma de decisiones comprendan que esta herramienta requiere de un financiamiento adecuado que permita maximizar muchos de los beneficios que puede reportar a las personas,” añade Pidgeon.
Agencias/SimaCaribe 8 dic 2011