El día Mundial de los Océanos celebra su tercera edición este 8 de junio, bajo los auspicios de la ONU, con la esperanza de sensibilizar a un mayor número de personas en la defensa de ese bien común.
"La vida vino de los Océanos", dijo en esencia el científico ruso Aleksandr Oparin, al presentar en 1924 una provocadora y revolucionaria teoría sobre el origen de la materia orgánica en el planeta.
Ahora cobran auge, en el mundo científico, investigaciones que sugieren el posible nacimiento de la vida terrestre en el espacio sideral, tal vez en "semillas" traídas por los impactos de cuerpos celestes como meteoritos y cometas.
En cualquiera de las distintas hipótesis -son más de dos- aparece en mayor o menor magnitud el papel de fuente nutricia y de vida que siempre han tenido las aguas saladas del planeta, ocupantes de alrededor del 71 por ciento de su superficie.
Dicen que el poeta Homero reconoció en los mares la principal fuente de toda la riqueza, en una época en que el Mediterráneo y el resto de los santuarios marinos del desconocido mundo no sabían de la contaminación que hoy los amenaza de muerte.
Según especialistas, el 80 por ciento de la contaminación de los océanos es causada por el hombre.
Grandes superbanqueros surcan los mares y van a todos lados ahítos de petróleo crudo. Junto con los accidentes en las zonas de prospección y explotación, son los que más inciden en la contaminación de las aguas.
Los siguen casi a la par los buques transportadores de mineral cuando ocurren depósitos fortuitos durante la navegación.
A mediados de abril de 2010 la explosión registrada en la plataforma Deepwater Horizon dio comienzo al derrame de mayor magnitud de la historia, en las cálidas aguas del Golfo de México.
Tal accidente se convirtió en una colosal catástrofe ecológica, que mató a numerosos ejemplares de valiosas especies marinas y aún sin evaluar están los perjuicios a largo plazo.
Durante los meses que duró el incesante flujo tóxico al mar se vertieron unos cinco millones de barriles del crudo en esa zona.
En el 2011, luego del terremoto y tsunami de gran magnitud que azotaron a japón, la entendidad de energía TEPCO se vio obligada a descargar unas 11 mil 500 toneladas de agua altamente radiactiva al océano.
Todo a causa de las radiaciones emitidas por los averiados reactores de la central nuclear de Fukushima, en las inmediaciones del desastre.
Un gran volumen de agua con alarmantes volúmenes de radiactividad pasó a los mares, luego de que las autoridades japoneses declararon que no había otra opción
Un grave problema que afecta a los Océanos es la sobreexplotación de los mares, denunciada con fuerza por organizaciones no gubernamentales defensoras de la conservación de la vida natural y de los ecologistas.
La excesiva captura de peces y otras especies, incluidos mamíferos, no sólo es un problema que lleva a la extinción de valiosos táxones de animales, también dañará de forma colateral y de manera grave a la seguridad alimentaria humana.
Ello supone afectación a unos 520 millones de personas cuya economía y modo de vida dependen directamente de los recursos pesqueros.
Además, la ingestión de peces contaminados puede causar graves intoxicaciones, potencialmente letales, y deformaciones genéticas a largo plazo.
La pesca furtiva, sin artes ni conocimientos idóneos, también degrada la riqueza de la biodiversidad marina.
Al divulgar un informe reciente sobre economía verde, la ONU estimó que hay unos 35 millones de personas pescando ahora mismo en 20 millones de barcos, por el mundo.
Además, añadió que unos 170 millones de empleos dependen directa o indirectamente del sector.
La ciencia ha constatado una dramática disminución en las colonias de peces.
No sólo tiene la culpa la depredación directa de los humanos, el descenso más que notorio también es causado por la contaminación, que sigue creciendo.
Las aguas del mar, ya sea las que bordean las grandes ciudades, comunidades pesqueras, las de las playas y las de allende, también han se usan como vertederos para una cantidad impresionante de desechos.
Los recorridos de los buques de Cruceros turísticos tienen un lamentable y cuantioso aporte en ese vertimiento de basura, que forma en algunas regiones del mundo, como el Pacífico Norte, nichos extendidos como alfombras.
Un estudio reciente del Centro de la Diversidad Biológica (CDB), de Estados Unidos, y el Instituto británico de Atención Internacional a la Vida Salvaje (CWI), alerta sobre la crítica condición y los riesgos de extinción de las especies del Ártico.
En este caso las amenazas provienen del cambio climático antropogénico y del ciclo del carbono en mal funcionamiento debido al efecto invernadero galopante.
El cambio climático derrite velozmente los hielos polares, lo que implica cambios y perjuicios a los ecosistemas de numerosas especies, entre ellas aves marinas y grandes mamíferos como el oso polar, la ballena, las nutrias y focas.
Otra investigación en la que participó el estudioso Frederick Short, hace hincapié en la degradación de grandes extensiones de praderas o pastizales submarinos, una triste realidad oculta a los ojos de la mayoría de las personas.
El profesor Short, de la universidad de Hampshire, en Durham, EE.UU., encabezó un equipo internacional que compiló una extensa investigación sobre praderas marinas en puntos específicos en el mundo.
Estos pastizales se componen de plantas que crecen en el océano y son componentes de hábitats marinos importantes.
Los biólogos afirman que son criaderos naturales de peces y mariscos pequeños, y constituyen la principal fuente de alimento para mamíferos (manatíes y dugongos), y para reptiles como las tortugas marinas.
A esto se añaden los aportes que también hacen a otros ecosistemas como los arrecifes coralinos, los manglares, los pantanos marinos y las barreras formadas por ostras.
En el tema de los Océanos y los desafíos de su cuidado tampoco hay razones para que los ciudadanos de este planeta nos sintamos orgullosos, más bien todo lo contrario.
Aunque muchos programas de salvamento dependen del empleo de recursos y de la voluntad política de líderes de alto nivel, este es otro frente de acción en el que necesariamente debe implicarse, de corazón, el ciudadano común.
Se ha avanzado muy poco al respecto, pero todavía se está a tiempo de ponerse a la altura de esta hermosa y difícil obra de bien.
Desde el Siglo de Oro español, el poeta Jorge Manrique, en sentidas Coplas dedicadas a su padre, lanzó la metáfora filosófica del mar como "el morir".
Si bien como imagen poética es de suma belleza, no hay que dejar que se convierta en realidad hoy.
Agencias/SimaCaribe 09 jun 2011