Actualmente para una parte del pensamiento político y económico actual, la situación y el modelo debe ser la de un poder financiero muy libre y poderoso que decide sobre una economía del trabajo, que es la productiva o real, y que mantiene una sociedad sometida a una producción y un consumo continuado, depredador del medio ambiente. Evidentemente el sistema tiene un límite, destruir la Naturaleza y destruir el trabajo no parece demasiado inteligente, y es lo que está pasando.
La farsa de la sostenibilidad
Durante un cierto tiempo se ha predicado una visión de los conjuntos económico, social y ambiental con la representación de un espacio de intersección entre ellos que sería ambientalmente satisfactorio, socialmente equitativo y económicamente viable, en vez de aceptar que la economía es un subconjunto creado para la sociedad y ésta a su vez un subconjunto de la ecoesfera. Evidentemente el planteamiento sostenibilista es incorrecto. Susan George, Naredo, Daly, Norgaard, entre otros ya nos han avisado hace tiempo del juego propagandístico de la sostenibilidad. Naredo recuerda que los problemas ambientales están sujetos a las finanzas mundiales que imponen un desequilibrio manifiesto entre las zonas donadoras de recursos y las zonas receptoras o de capitalización; la felicidad de unos es la infelicidad de otros. Tampoco podemos obviar la potencia del dinero virtual, tanto bancario como financiero, para conducir las dictaduras y extorsionar las democracias hacia los intereses accionariales, cada vez más alejados de la economía real, la sociedad y el medio ambiente. Este es el problema y querer avanzar hacia un mundo social y ecológicamente más satisfactorio sin modificar las reglas del juego, evidentemente, resulta una ingenuidad.
El extorsionador global
Mientras la única fórmula aceptada por la economía sea un mínimo de un crecimiento de un 3% del PIB, para evitar el paro, que es una variable cada vez más independiente del PIB, y por otro lado un continuado crecimiento de cotizaciones a la seguridad social, para poder pagar las jubilaciones, nos mantendremos dentro del paradigma del crecimiento continuado y la estúpida incomprensión de las funciones exponenciales. Lo cierto es que hay algo más, y es que este crecimiento es lo único que permite la confianza de crear riqueza virtual, permite la especulación o usura, el casino global, que el dinero de los vagos haga dinero y que la deuda trabaje como extorsionador global.
En ecología llamamos mutualismo, comensalismo i parasitismo a diferentes relaciones que se establecen entre organismos: el mutualismo hace referencia a un estado en el que se benefician ambas partes, comensalismo cuando una parte sale beneficiada y la otra no sale perjudicada i parasitismo cuando una parte sale beneficiada y la otra perjudicada.
Pongamos el ejemplo en clave financiera, Una persona física, que también es un contribuyente, puede solicitar un crédito a un banco, el banco puede prestar el crédito a un interés razonable y estable, por tanto ambos pueden salir mutualísticamente beneficiados.
De la misma manera el banco puede solicitar crédito al Estado y el Estado puede ceder el crédito al banco; el Estado no es un negocio, por tanto no tiene porque salir beneficiado, entramos en una situación de comensalismo entre el banco y el Estado (Fondo de restauración ordenada del sector bancario). La diferencia entre el interés que marca el banco a la persona física del ejemplo y el interés que pide el Estado al banco no son necesariamente el mismo, el banco, por supuesto, no sale perdiendo.
El Estado puede a su vez solicitar un crédito a otros bancos, a inversores o a otros Estados, que por supuesto no son mutualistas y no piensan salir perdiendo, por tanto el interés será elevado. El banco que ha recibido los favores del mutualismo pasa a ser un parasito del Estado, ¿y quien es el Estado?, el Estado es el contribuyente, o sea, la persona física que paga un crédito al banco, con unos intereses superiores a los que el banco paga a su Estado y que verá como crecen sus impuestos y como bajan los servicios del Estado para que este pueda pagar su deuda.
Si el Estado considera conveniente inyectar liquidez al sistema, se la puede inyectar al contribuyente, si lo hace a favor de la economía financiera lo único que biológicamente conseguirá será demostrar su ignorancia y/o nivel de corrupción y mantener al parásito,.
El decrecimiento
Actualmente, las evidencias de la desaceleración son cada vez más claras y vienen marcadas por el agotamiento anabólico de los recursos y el ahogamiento de los sumideros donde va a parar el catabolismo residual.
Dentro de la parte anabólica del sistema económico, que corresponde al consumo de recursos naturales, hay aspectos preocupantes como son el cenit del petróleo y del gas, aceptados por las propias compañías extractoras y con una tasa de retorno energético cada vez más baja. También el cenit del uranio y del carbón, que están un poco más lejanos, son aspectos a considerar (http://congresopicodepetroleo.unedbarbastro.es/). Por lo tanto las fuentes energéticas fósiles son un verdadero problema que ya hace años que provoca guerras por su control. No menos preocupantes son los recursos minerales, hierro, cobre, coltán, aluminio, etc.
Finalmente entre los elementos materiales, la apropiación humana de la producción primaria alcanza un 40% en las sociedades desarrolladas, por tanto, como no vamos a perder biodiversidad? y como no vamos a ver zonas de desertización y las grandes pesquerías exhaustas y los robos de los barcos-factoría? Y todo ello con una tasa de retorno energético muy inferior a la unidad, y mucho más inferior a la observada para Podolinski en 1880, quiero decir que, incluso olvidándonos del transporte, gastamos mucha más energía en los cultivos, las granjas y las piscifactorías que llenarán los hipermercados occidentales que la energía obtenida de sus productos. No es extraño que a un lado del mundo haya más muertos de hambre que nunca y al otro lado intoxicaciones continuadas por una alimentación mucho más industrial que agrícola.
En los indicadores catabólicos, un incremento de CO2 de 2 ppm anuales y otros gases de efecto invernadero son el resultado, y las consecuencias de ello: incertidumbre climática y disipación catastrófica de la energía retenida, acidificación marina, anoxia, deshielo de permafrost, dilatación del volumen del agua oceánica, alteración de la circulación termohalina, etc. La proliferación de cementerios y territorios nucleares, regulados o no. Grandes vertederos, tanto terrestres como marinos y incineradoras que liberan gases tóxicos porque hemos puesto en el mercado elementos recalcitrantes. Aguas residuales, siempre en aumento, acuíferos y zonas devastadas por la contaminación, la desregulación territorial y urbanística, la esterilización y desertización, los paisajes desvanecidos y tantas otras cosas.
El tercer elemento para considerar es un incremento demográfico mundial que según las estimaciones seguirá creciendo y debemos recordar que durante el siglo XX la población se multiplicó por 4.
El modelo económico fundamentado en un crecimiento fertilizado por el consumo funcionó, al menos en Occidente, mientras los recursos naturales fueron abundantes y baratos y el transporte se mantuvo mimado por las políticas sociales. Hasta el añorado Sandro Pertini tuvo que exclamar que “gobernar no es hacer carreteras”. Dentro de este modelo la ciencia y la tecnología avanzaron significativamente favoreciendo el sistema, aunque empezaron a observarse disfunciones sobre el empleo, que se redujo gracias a la tecnología y debido a la bajada de la capacidad adquisitiva de la sociedad. El bombeo económico de la banca continuó fluyendo gracias al crédito, primero de las tarjetas luego con las hipotecas y hasta el 2008.
Perder la certeza de que la ciencia y la técnica aportan más beneficios que perjuicios es un desconsuelo. Lo que es seguro es que la ciencia no debe continuar apuntalando un sistema del todo injusto y sin ningún tipo de conducción inteligente. No hay nada detrás de las corbatas y sobre los tacones de Bildelberg et al. que no se relacione con el egoísmo más primigenio.
La formula que relaciona economía real y ecología
La economía real, motorizada al ritmo de la producción primaria y de las energías alternativas socializadas y entregadas a los pequeños comerciantes, se puede entender con la ecología, no así la economía especulativa y virtual, que biológicamente no representa nada más que un parasitismo convencional, ni tampoco la economía basada en la energía atómica, finalmente sin ninguna aseguradora privada que la asuma y con una externalidad esterilizante para las futuras generaciones.G. Roegen expone una sencilla expresión en la que S representa el stock de recursos existentes y la iguala a una tasa de consumo que llama r y a un tiempo t que se corresponde con el período de agotamiento de estos recursos, el tiempo de persistencia del sistema . Para dar persistencia al sistema se debe conseguir que el consumo del stock S se haga a la velocidad de renovación de los recursos renovables y a la velocidad del reciclaje de los recursos reciclables, mientras los recalcitrantes y no reciclables se van abandonando. Por otra parte r, la tasa de consumo, depende de la disminución o estabilización demográfica y la bajada con la igualación del consumo per cápita. De esta manera podemos mantener t elevado, o sea, dar sostenibilidad al sistema.
La formula slow, el piano piano el "poco a poco y bien", es el camino. No estamos diseñados para hacer muchas cosas y rápidamente. Aunque no debemos ser ingenuos, la propaganda, el crédito y la obsolescencia programada tienen una fuerza esclavizante inimaginable, por lo tanto sin un cambio de valores éticos y estéticos continuaremos con una vida intrascendente dedicada a producir y consumir una mayoría de cosas innecesarias en el mejor de los casos y a disfrutar justo lo necesario de un ocio alienante y bien mercantilizado.
La mano invisible del medio ambiente
Obviar el medio ambiente y su lógica conduce a dejar que la Naturaleza imponga finalmente sus factores de corrección. Hasta ahora la regulación demográfica mundial se ha ejecutado por guerras o violencias y pandemias. Las guerras aparecen para controlar recursos y las pandemias por concentración humana, ambos factores nos atan al estado animal. La pandemia del hambre y el mapa de la violencia nos demuestran cada día que el sistema actual es una animalada.
Para la ecología, un proceso de transición de un ecosistema joven, en crecimiento, a un estado estacionario maduro, donde la producción se iguala al reciclaje y el ritmo a la fotosíntesis y a las energías alternativas, mientras comienza a aumentar la información útil, es similar al reto socioeconómico actual, y como en el proceso de paso de la prepubertad a la madurez, el recorrido puede pasar por fases desgarbadas. Reencontrar la medida, el ritmo y la proporción a través del decrecimiento amigable, encarcelar a los usureros y a la ingeniería financiera i imponer la fiscalidad global progresiva i digna nos permitirá abrir un espacio de belleza y de futuro en paz, donde poder recuperar los valores que nos elevan como personas, fuera de eso tenemos una temporada larga por delante con una geografía de los recursos que quedan y que coincide con el mapa de la guerra y la injusticia.
Todos estos aspectos han conducido a movimientos sociales como Slow Movement, Vía Campesina, Transition TOWS, Cittaslow, etc. que siguiendo una ética y una estética no consumista, van creando una nueva sociedad digna y austera. Nos queda recuperar la economía para la sociedad y la ética ambiental para la biosfera. Esperamos que todo ello agarre.
Agencias/SimaCaribe 10 jul 2011