La crisis en la central nuclear ha provocado que los mayoristas de pescado japoneses hayan perdido muchos clientes. Mientras arreglan los barcos y los puertos, los pescadores nipones critican que el Gobierno no les está dando toda la información que necesitan. Las pérdidas del sector ascienden a 1.600 millones de euros.
Hay muchas cosas dignas de admiración de los pescadores desposeídos de Tohoku, en la región del noreste de Japón, destruida por el tsunami del 11 de marzo. Reparan sus barcos,reconstruyen los puertos y en algunos casos, superan su miedo de volver al mar.
Pero hay una consecuencia de la catástrofe sobre la que no pueden hacer nada: las aguas costeras contaminadas por la dañada central nuclear de Fukushima Dai-ichi, y el hecho de que el gusto por el sushi de los consumidores, tanto del país como del extranjero, ha sucumbido al miedo por la radiactividad.
El impacto de las preocupaciones sobre la seguridad se está haciendo sentir por toda Asia, incluso aunque ninguno de los controles realizados a las importaciones de marisco han dado positivo por niveles peligrosos de radiación. Pero un restaurante de Taiwán ha llegado al extremo de proporcionar a sus clientes medidores de radioactividad Geiger junto con sus pedidos de sushi.
China, la Unión Europea y decenas de otros países han impuesto restricciones a los productos pesqueros japoneses, asestando un golpe de más de 1.600 millones de eurosen el negocio de las exportaciones de marisco, lo que supone más del 10 por ciento del total de la industria.
Los comerciantes japoneses de pescado con intereses en Asia dicen que el mercado se ha recuperado ligeramente desde los primeros días de la crisis nuclear, pero añaden que todavía está muy por debajo de los niveles anteriores al tsunami.
Masaaki Tao, un comerciante del mercado de Tsukiji, en Tokio, dice que los compradores extranjeros están asustados por los informes de las elevadas lecturas de radiación realizadas en el mar cerca de Fukushima Dai-ichi.
Las ventas a restaurantes en Hong Kong, Singapur y Malasia se han desplomado,explica. “Hasta que alguien con autoridad les diga que los peces japoneses son seguros, la situación sólo puede empeorar. Queremos que la situación de Fukushima se resuelva pronto, pero parece que va a llevar tiempo”.
Los consumidores no se han tranquilizado pese a la prohibición de pescar cerca de la planta de Fukushima Dai-ichi y la revisión periódica de los niveles de radiación en el marisco a lo largo de la costa del Pacífico de Japón.
Y el daño provocado por el tsunami significa que está llegando muy poco marisco de Tohoku a Tsukiji, el principal mercado de pescado del mundo, pese a que no hace mucho tiempo representaba más de una cuarta parte del suministro total del mercado.
“Los pedidos de nuestros clientes en el extranjero se han reducido en dos tercios”, asegura Kazuhisa Komatsu, un empleado de Masamaru, un mayorista. “Tienen miedo de todos los peces japoneses a causa del accidente nuclear. Antes de la crisis suministrábamos a 20 restaurantes de Asia. Ahora sólo nos quedan tres”.
En Tokio, los restaurantes de sushi sufrieron inicialmente el denominado jishuku, que significa autolimitación o autorrestricción, el cual finalizó cuando los pescadores de la zona del desastre dijeron que la cultura del sacrificio de los Tokyotas estaba entorpeciendo sus esfuerzos de recuperación.
Sin embargo, los compradores de algunos de los mejores restaurantes de sushi de Tokio están luchando para conciliar el deseo de apoyar a la región con la necesidad detranquilizar a los clientes.
Para conservar la costumbre de los restaurantes de alta gama y hoteles de lujo en Japón, que se niegan a comprar productos de Tohoku, Masamaru está luchando para garantizar las existencias alternativas desde el suroeste de Japón, a cientos de kilómetros de la planta nuclear.
“El problema es que el Gobierno no nos está dando datos adecuados sobre los niveles de radiación en la vida marina”, destaca Komatsu. “Incluso aunque lo hicieran, no estoy seguro de si me los creería. Es un tema muy problemático para nuestros clientes extranjeros."
Pero los efectos del tsunami y la crisis nuclear se sienten más en las comunidades pesqueras que hay a lo largo de la costa Tohoku.
Para Toshikazu Takahashi, un pescador de ostras en Kyubun, un pueblo a lo largo de la península Oshika, hablar de mariscos contaminados es prematuro. “Por supuesto que a todos nos preocupa el impacto negativo de los rumores, pero por ahora eso es irrelevante”, dice Takahasti, de 54 años de edad y que vive en una tienda de campaña cerca de la costa con su esposa y su perro. “En este momento no podemos ni siquiera salir a pescar”
En EEUU, funcionarios de salud pública dicen que por ahora no han encontrado niveles peligrosos de radiactividad en las importaciones de productos del mar japonés.
Sin embargo, los riesgos para la vida marina de grandes cantidades de agua contaminada de Fukushima Dai-ichi se pusieron de manifiesto cuando se detectó yodo radiactivo en un tipo de peces pequeños conocidos como konago capturados en la costa de Ibaraki, al sur de la planta nuclear.
A principios de esta semana, la Agencia Pesquera de Japón dijo que habían encontrado trazas de cesio radiactivo en dos ballenas minke capturadas en la costa de Hokkaido en el extremo norte de Japón.
Agencias/SimaCaribe 21 jun 2011