jueves, 9 de junio de 2011

En la gestión de los oceános se han sobrepasados las líneas rojas

 Luis Valdés, director de Ciencias Oceánicas de la Unesco


Unos 400 científicos e ingenieros de diversos frentes, desde el mundo académico al de la biología, pasando por investigadores y expertos en cuestiones marinas de una veintena de países intercambian conocimientos estos días en Santander con el propósito de difundir e intercambiar conocimientos sobre avances científicos y técnicos en tecnología e ingeniería marina. Lo hacen convocados por la Sociedad de Ingeniería Oceánica (Ocean Enginneering Society, OES) empeñada en profundizar en el conocimiento de los océanos y del papel que juegan en el medio ambiente y en la forma de preservarlos. Entre los congresistas se encuentra Luis Valdés, director de Ciencias Oceánicas en la Comisión de Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco.

Este biólogo asturiano, con gran parte de su carrera investigadora desarrollada en el centro de IEO de Santander, ejerce ahora en París tareas más burocráticas, «pero no por ello menos gratificantes», para aplicar programas y «soluciones globales frente a problemas globales, comunes».
Suciedad y acidificación
«La contaminación marina, la acidificación o el aumento de la temperatura del agua son problemas graves y, por supuesto, problemas globales», señala Valdés, al referirse a asuntos como la proliferación de especies invasoras, los plásticos, las mareas rojas o, entre otras, el incremento térmico de las aguas. En este punto, el científico señala que si el aumento de dos grados en la temperatura media del plantea por efectos el cambio climático puede ser asumible «en términos de ecología marina es desorbitado».
Valdés considera que «se han sobrepasado las líneas rojas» en cuestiones como la ambiental de los océanos, de la protección de la biodiversidad en el mar y en el de la contaminación o salubridad de las aguas por el exceso de nutrientes. «La gran entrada de dióxido de carbono (CO2) al océano está provocando su acidificación» lo que puede dar lugar a «cambios y alteraciones de los ciclos biológicos tremendos» dado que mayoría de los organismos marinos vive en las aguas superficiales, las más vulnerables.
Especies icono
Compara la pérdida de biodiversidad marina al detalle de ver una tuerca suelta: «Si la ves dentro de un coche no lo das mucha importancia, pero si la ves dentro de un avión comienzas a preocuparte». Y expone este ejemplo al hilo de la paulatina desaparición de especies marinas, «que es muy alta, y ponerle freno es prioritario para la ONU».
Sostiene el director de Ciencias Oceánicas que la no protección de especies como el atún rojo o el tiburón «es una muy mala señal», ya que calificó a ambos de iconos, al estilo de lo que representa el oso pardo en la Cordillera, «porque mantenerlos y protegerlos significa preservar toda una biodiversidad».
También llama la atención Valdés sobre el exceso de nutrientes que están llegando al mar. Los abonos minerales acaban llegando al mar en forma de nitratos y fosfatos «lo que conlleva una contaminación biológica en la costa». Así se produce una gran mortandad de especies y cambios en la flora marina, unos problemas con tintes de «profundamente serios» en zonas como los mares Báltico y Muerto. «Problemas globales que tiene que ser tratados con ese espíritu global».
Respecto al Cantábrico, los principales problemas se centran en el paulatino aumento de temperaturas y en las pesquerías y el respeto de las cuotas. Consideró un acierto la protección de El Cachucho, frente a las costas asturianas, un ejemplo de que «los políticos se deben dejarse asesorar más por los científicos en cuestiones de pesca o de gestión marina».

Agencias/SimaCaribe 09 jun 2011