Cortarle las aletas a un tiburón es el equivalente a que a un humano le cercenen las extremidades y sea dejado a su suerte. Inevitablemente moriría, igual que lo hacen esas especies cuando los cazadores industriales los atrapan, y luego de mutilarlos los devuelven moribundos al mar.
La lógica: por un kilo de aletas de tiburón en el mercado asiático se paga entre US$60 y US$80, por una libra de su carne en el mercado nacional apenas 10 córdobas.
Los cazadores industriales prefieren tirar el pesado cuerpo del animal, porque transportarlo le restaría capacidad para llevar las bien cotizadas aletas.
Es un “método matrero y cavernario” que se está practicando en aguas nacionales por parte de “inescrupulosas” firmas que, expulsadas de otros países, han encontrado en los vacíos de nuestra legislación un nicho, advirtió el científico Jaime Íncer, Presidente de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible, Fundenic SOS.
Íncer ayer entregó al presidente de la Comisión de la Asamblea Nacional, diputado Francisco Jarquín, con el respaldo de 7,854 firmas, la petición de que se reforme el artículo 75 de la Ley de Pesca, que prohíbe la caza industrial de tiburones, así como su captura con propósito de cortarle sus aletas.
Dijo que han detectado una mafia que opera en nuestras aguas. No podemos salir como algunas organizaciones internacionales a cazar a los pesqueros ilegales, pero “sí con las firmas podemos llamar el interés del Parlamento sobre la necesidad de las implicaciones y reforzamiento a las leyes ya establecidas”, apuntó Íncer.
El biólogo Fabio Buitrago también criticó esta bárbara práctica que atenta contra el equilibrio de la vida marina, tomando en cuenta la importante función que desempeñan las especies de tiburones, al tiempo que mostraba imágenes de cuerpos mutilados de tiburones en las costas, puertos, o sobre las proas de los pesqueros. Algunas de ellas tomadas en Poneloya, en San Juan del Sur o en el Caribe nacional porque --según este experto--, el aleteo de tiburones se ha expandido en nuestros mares.
Además, advirtió que si perdemos a los tiburones estaríamos privando al país de un recurso que en otras naciones genera importante cantidad de divisas.
Estas acciones de sensibilización y de recolección de firmas para decirle “No” al aleteo de tiburones, es parte de la campaña “Salvemos a los tiburones”, que demanda que ni se pesque ni se mutile a estas especies, y que tampoco los cargamentos con aletas sean desembarcados en nuestros puertos, como hace poco ocurrió en San Juan del Sur.
Buitrago agregó que están solicitando al gobierno que retenga los permisos para captura, transporte o desembarque de cargamentos de tiburones en nuestras terminales marítimas.
A la demanda, el diputado Jarquín respondió positivamente, al punto que se comprometió a promoverla. “Lo que haga falta para reforzar vacíos (en las leyes) que siempre existen, vamos a estar anuentes”, expresó, reconociendo que no podemos permitir que por prácticas desproporcionadas vayamos a privar nuestros futuro, en referencia a las afectaciones que ya experimentan los pescadores artesanales como consecuencia de la pesca industrial de tiburones.
La lógica: por un kilo de aletas de tiburón en el mercado asiático se paga entre US$60 y US$80, por una libra de su carne en el mercado nacional apenas 10 córdobas.
Los cazadores industriales prefieren tirar el pesado cuerpo del animal, porque transportarlo le restaría capacidad para llevar las bien cotizadas aletas.
Es un “método matrero y cavernario” que se está practicando en aguas nacionales por parte de “inescrupulosas” firmas que, expulsadas de otros países, han encontrado en los vacíos de nuestra legislación un nicho, advirtió el científico Jaime Íncer, Presidente de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible, Fundenic SOS.
Íncer ayer entregó al presidente de la Comisión de la Asamblea Nacional, diputado Francisco Jarquín, con el respaldo de 7,854 firmas, la petición de que se reforme el artículo 75 de la Ley de Pesca, que prohíbe la caza industrial de tiburones, así como su captura con propósito de cortarle sus aletas.
Dijo que han detectado una mafia que opera en nuestras aguas. No podemos salir como algunas organizaciones internacionales a cazar a los pesqueros ilegales, pero “sí con las firmas podemos llamar el interés del Parlamento sobre la necesidad de las implicaciones y reforzamiento a las leyes ya establecidas”, apuntó Íncer.
El biólogo Fabio Buitrago también criticó esta bárbara práctica que atenta contra el equilibrio de la vida marina, tomando en cuenta la importante función que desempeñan las especies de tiburones, al tiempo que mostraba imágenes de cuerpos mutilados de tiburones en las costas, puertos, o sobre las proas de los pesqueros. Algunas de ellas tomadas en Poneloya, en San Juan del Sur o en el Caribe nacional porque --según este experto--, el aleteo de tiburones se ha expandido en nuestros mares.
Además, advirtió que si perdemos a los tiburones estaríamos privando al país de un recurso que en otras naciones genera importante cantidad de divisas.
Estas acciones de sensibilización y de recolección de firmas para decirle “No” al aleteo de tiburones, es parte de la campaña “Salvemos a los tiburones”, que demanda que ni se pesque ni se mutile a estas especies, y que tampoco los cargamentos con aletas sean desembarcados en nuestros puertos, como hace poco ocurrió en San Juan del Sur.
Buitrago agregó que están solicitando al gobierno que retenga los permisos para captura, transporte o desembarque de cargamentos de tiburones en nuestras terminales marítimas.
A la demanda, el diputado Jarquín respondió positivamente, al punto que se comprometió a promoverla. “Lo que haga falta para reforzar vacíos (en las leyes) que siempre existen, vamos a estar anuentes”, expresó, reconociendo que no podemos permitir que por prácticas desproporcionadas vayamos a privar nuestros futuro, en referencia a las afectaciones que ya experimentan los pescadores artesanales como consecuencia de la pesca industrial de tiburones.
Agencias/SimaCaribe 05 Set 2011