Durante cuatro siglos, los habitantes de las islas Gilbert, en el Océano Pacífico central, han tenido armas hechas con dientes de tiburón. Joshua Drew, un biólogo de la Universidad de Columbia in New York, ha usado estos dientes para demostrar que las aguas alrededor de estas islas —parte de la República de Kiribati— fueron alguna vez hogar de tres especies de escualos que desaparecieron en la zona.
Drew presentó los resultados de su investigación en la asamblea anual de la Sociedad Ecológica de América, la semana pasada. “Tres tiburones desaparecieron de los arrecifes antes de que hayamos tenido oportunidad de verlos”, dijo Drew..................El experto analizó 124 armas con dientes de tiburón pertenecientes al Campo Museo de Historia Natural en Chigago, Illinois. Los artefactos incluyeron espadas, tridentes y lanzas de cuatro metros de largo, todos con más de 120 años de antigüedad.
Todas fueron fabricadas de la misma manera: los isleños taladraban hoyos en madera y fijaban las piezas óseas atándolos con cordeles confeccionados con fibras de cocoteros.
Las piezas dentales en cada arma correspondieron generalmente a una misma especie marina, pero Drew encontró dientes muy alargados y filosos pertenecientes a una rara especie de tiburón azul (Prionace glauca), ubicados de manera particular en algunas armas, posiblemente la firma de un artesano.
Los implementos de defensa proveen un claro registro de especies que una vez habitaron las aguas de las islas Gilbert. Drew usó guías de campo y fotos de alta resolución para identificar los dientes. El especialista asegura que de la boca de los especímenes marinos sale la respuesta a toda duda en el aspecto ictiológico.
Según Drew, los dientes provenían de 19 especies de escualos, tres de ellos el tiburón cola manchada (Carcharinus sorrah), el tiburón oscuro (Carcharhinus obscurus) y el tiburón nariz grande (Carcharhinus altimus), extintos en la isla. Los dos primeros fueron las especies comúnmente más empleadas para fabricar las armas.
No está clara la razón de la desaparición de estas especies. Sin embargo, Drew afirma que es “absolutamente posible que los humanos hayan desempeñado un rol importante”.
Explica que la práctica de la cacería de tiburones estuvo arraigada en la cultura de la región. Los primeros registros de su efecto surgieron en 1910.
Sean Connolly, un ecologista marino de la Universidad “James Cook” in Townsville, Australia, señala que estudios históricos como el de Drew son cruciales, porque hay una carencia de datos ecológicos sobre las poblaciones de tiburones antes de que los humanos empezaran a cambiar los océanos de manera significativa.
“Aunque sería imposible recuperar el esplendor en cuanto a la biodiversidad de siglos atrás, información como esta podría ayudarnos a diseñar planes que eviten nuevos episodios de amenaza a las especies marinas”, advirtió Connolly.
Agencias/SimaCaribe 15 ago 2012