lunes, 3 de septiembre de 2012

Captar imágenes naturales le da muchas satisfacciones



Fer Figheras. Periodista de profesión y cineasta documental, el talentoso fotógrafo argentino ha fotografiado imágenes naturales de República Dominicana que han recorrido el mundo entero 
La fotografía es un arte y el fotógrafo es un artista, sin lugar a dudas. Pero Fer Figheras, oriundo de una ciudad del sur de la Patagonia, ha combinado su pasión de captar imágenes con su vocación por la naturaleza, transmitiendo un mensaje en cada impresión: la imperiosa necesidad de proteger el medio ambiente..................
................“La fotografía es apasionante, fascinante. Es una adicción que cuando te agarra, jamás te suelta. Yo disfruto mi trabajo, especialmente cuando voy al campo, me pongo en contacto con la naturaleza y me esfuerzo por hacerlo bien. De la misma forma, si tengo que hacer un trabajo fotográfico convencional, también lo hago, con el mismo amor, con la misma fascinación”.
Figheras llegó a la República Dominicana en 2006 y desde entonces su cámara fotográfica ha capturado miles de fotografías de áreas protegidas, playas, ríos, arroyos, lagos, cascadas, montañas, oleajes salvajes en el mar Caribe y el Atlántico, paisajes naturales y diversas especies de flora y fauna en peligro de extinción.

“La fotografía es una pasión que relaja mucho a uno, y aunque tengas un día ajetreado, complicado, con los problemas eventuales que se presentan, basta tomar la cámara y salir a conectarte con la naturaleza y capturar imágenes. Eso es mágico, edificante”.

Tiene una selecta y mimada colección que él llama “el período dominicano”, fotos espectaculares de lugares que deslumbran el ojo humano. Y entre muchas de esas imágenes, Fer Figheras conserva hermosas fotografías de un lugar al que amó desde el primer día que lo visitó: Miches, una comunidad con lagos, playas, ríos y montañas que ha esperado años por el desarrollo turístico sostenible.

“Desde que llegué a República Dominicana me impresionó mucho observar tantos árboles, tanto espacio verde. Nunca vi árboles con hojas tan grandes como los que hay acá. Entonces empecé a fotografiar, a fotografiar y a enviar fotos a mis amigos de todo el mundo, a colocarlas en Internet. He recibido miles y miles de comentarios de personas que se impresionan con estas fotos maravillosas de este hermoso país”.

Lo de Miches fue determinante. Cuando visitó esa región sobrevoló el área en un helicóptero y tomó fotografías a su antojo. “La verdad que fue increíble. Desde el inicio me enamoré de ese lugar, porque observé tanta belleza natural en un mismo espacio, en un mismo lugar, que me quedé boquiabierto, deslumbrado”.

“Vi en Miches tres elementos importantes para mí: la montaña, es decir, la impresionante cordillera Oriental; el mar, su franja de playa bordeada de cocoteros, el azul intenso y hermoso de las aguas de la bahía de Samaná, y esas dos hermosas lagunas, la Redonda y la Limón. Sencillamente impresionante”.

Cuando bajó del helicóptero y fue a la playa, se quedó sin habla: “Fue increíble. Después, cuando conocía a la gente de ese lugar, sellé mi amor por Miches. Es un pueblo que todavía está sin descubrir y necesita ser redescubierto por los dominicanos”.

Sus visitas a Miches se hicieron más frecuentes. Conoce palmo a palmo sus playas, porque las recorre caminando descalzo, yendo y viniendo de un espacio a otro en una rutina que lo apasiona. La colección fotográfica que tiene Fer Figheras de esa zona turística es simplemente interesante.

“Máquina de espuma”, la última exposición fotográfica de Fer contiene muchas imágenes de Miches. En los próximos meses habrá una exposición en ese municipio turístico para que la gente de allí aprecie en su justa dimensión las bellezas naturales de su entorno.

Zoom

Inicio de una pasión

La pasión por la fotografía nació en Fer desde niño, cuando un amigo lo invitó a su casa, donde operaba un laboratorio fotográfico, en su pueblo natal, Comodoro Rivadavia, en el sur de la Patagonia argentina. A partir de entonces, sus visitas se hicieron cada vez más frecuentes. En pocas semanas se familiarizó con el proceso de revelado, el cuarto oscuro, el montón de negativos colgando y a respirar el penetrante olor a ácido.

A los diez años se fue con sus padres a ciudad Rosario, en la provincia de Santa Fe. Allí obtuvo una cámara instamatic, y se abrieron las puertas del cielo para el adolescente. Fotografiar todo su entorno se convirtió en un hábito cotidiano: lo documentó todo, desde el vecindario, paisajes urbanos, familiares, amigos, vecinos, calles, callejones, negocios, aves y árboles.

Ingresó a estudiar periodismo a la universidad y un año antes de graduarse compró una cámara fotográfica. En dos semanas del invierno de 1991, su amigo Elías, fotógrafo profesional, le enseñó las técnicas avanzadas del oficio del que ha vivido hasta el día de hoy.

En 1993 hizo su primera exposición fotográfica en la Alianza Francesa de la ciudad de Rosario, en la que incluyó sus mejores imágenes.

Agencias/SimaCaribe 3 sep 2012