La planta de ‘Poa annua’ |
Las expediciones turísticas, científicas y
militares y el cambio climático en la Antártida han aumentado la entrada
de especies invasoras en el ‘continente blanco’ y puesto en peligro su
ecosistema autóctono. Así lo aseguraron algunos investigadores que
participaron de la 51 Expedición Antártica Chilena que estudian el
impacto de esas especies en la flora y la fauna antártica nativa.
Los investigadores descubrieron que en
los últimos años los insectos y las plantas no nativas le han ganado
terreno a las especies autóctonas; y que en algunos casos, las han
eliminado de su hábitat natural.
El ecólogo británico Peter
Convey, del British Antarctic Survey, asegura que en la Antártida hay
más de 200 especies no nativas, de las cuales cerca de un tercio son
insectos y se concentran principalmente en las islas de los mares que
rodean el ‘continente blanco’.
‘La Antártida es un sistema muy
frágil. Está aislado y tiene unas condiciones climáticas adversas que
permiten que sea más o menos prístino (antiguo), pero este aislamiento
se ha ido rompiendo con la llegada del turismo y el cambio climático’,
explica el biólogo chileno Marco Molina, del Centro de Estudios
Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA) de Chile.
La planta Poa annua ,
por ejemplo, que Molina investiga, tiene la capacidad de desplazar a las
plantas y hierbas autóctonas. Incluso, se adapta mejor que otras
especies a las transformaciones del cambio climático en la península
Antártica, con temperaturas más altas, con mayor cantidad de agua y
nutrientes.
Para Molina, el hombre es el único responsable de la
llegada de esa planta invasora a la región, pues sus semillas entran
incrustadas en los zapatos, en los bolsillos de las chaquetas y abrigos
de los visitantes o en las ruedas de las grúas utilizadas para mover
carga en las bases militares y científicas. ‘La presencia de esta planta
invasora se relaciona muy bien con puntos de visita de turistas.
También hay efecto de los operadores logísticos y de los mismos
científicos que hay en las bases’, afirma Molina.
Convey agrega
que estas especies ‘tienen un impacto muy significativo en los
ecosistemas’ antárticos y que, a largo plazo, pueden incluso ‘cambiar
completamente el funcionamiento de la cadena alimenticia’ en la zona.
Actualmente,
los investigadores analizan cómo erradicar los invasores, pero el
Tratado Antártico de 1959, prohíbe acciones militares de ese tipo, a
menos que sean con fines pacíficos como los estudios científicos. ‘En
estos momentos varios países, como Chile, buscan generar un protocolo
con una metodología para erradicar las plantas’, señala Molina.