sábado, 18 de junio de 2011

¿Por qué el Océano Ártico es importante para la India?


Los acontecimientos en desarrollo en el Océano Ártico cambiarán el mapa geopolítico del mundo. Países emergentes como India y China deberían incorporar esta región a la agenda internacional.

El Cambio Climático y el calentamiento global están ocasionando la constante fusión de los gruesos y permanentes campos de hielo en el Océano Ártico. Ya se ha abierto una ruta de navegación de aguas profundas que conecta a los océanos Atlántico y Pacífico.
Además, se ha tornado ahora factible la exploración de petróleo y minerales en aguas profundas, en una región que podría contener el 40% de las actuales reservas globales de esos productos. Tomados en conjunto, estos desarrollos tienen el potencial de rediseñar el mapa geopolítico, redistribuyendo poder e influencia entre países, aun cuando ello plantea una amenaza para los frágiles sistemas de sostén de la vida en nuestro Planeta Tierra. 

Durante los últimos tres años, se ha estado usando el denominado Pasaje Noroeste para atravesar las aguas del Ártico con transportes comerciales, desde Yokohama (Japón), hacia Rótterdam (Holanda). Esta ruta es un 40% más corta – 4.000 km menos-, que la normalmente utilizado por el tráfico mercante, y evita el paso por el Canal de Suez.

Una nueva ruta a través del Ártico entre Rótterdam y San Francisco, permitiría acortar el viaje en doce días, y evitar el paso por el Canal de Panamá. 
Y dado que el Pasaje Noroeste atraviesa aguas muy profundas, los grandes buques portacontenedores y los superpetroleros podrán liberarse de las restricciones de tamaño y volumen impuestas por las angostas y relativamente someras aguas de ambos canales. Esto solo, según las estimaciones, podría reducir los costos de los fletes en más de un 40%.

La zona del Ártico se está convirtiendo también en uno de los más importantes destinos turísticos, registrándose un creciente número de visitas de buques de cruceros a esta región, que es considerada una de las más prístinas del mundo. Durante el año último, más de 50.000 turistas llegaron a la zona, fundamentalmente a Groenlandia.

El Océano Ártico está rodeado por cinco estados costeros – Estados Unidos, Canadá, Rusia, Noruega y Dinamarca (a través de su jurisdicción en Groenlandia, que evolucionará sin embargo en su momento, hacia la constitución de un estado soberano e independiente). Estos cinco países mantienen disputas territoriales entre sí, pero están unidos en el rechazo a la visión del Océano Ártico como un “patrimonio común de la Humanidad”. También rechazan el rol de cualquier agencia internacional en la gestión de su muy frágil ecología, más allá del hecho de que cualquier alteración en la misma tendría un significativo impacto en todo el globo. No existe un sistema como el del Tratado Antártico –del que la India es parte-, que constituye un acuerdo global para preservar la prístina ecología del helado continente austral mediante la renuncia a la exploración y explotación de recursos. 

Se han producido acontecimientos significativos en los últimos tiempos. En abril de 2010, Rusia y Noruega resolvieron una antigua disputa de soberanía, y delimitaron sus bordes marítimos de común acuerdo. Esto abrió la puerta para la explotación de recursos petroleros y gasíferos en esta parte del área oceánica. Rusia ya está en la línea de largada para abordar la perforación de pozos exploratorios. La multinacional BP está por su parte vivamente interesada en perforar en la zona rusa. 

Estos desarrollos no pueden menos que cambiar la dinámica geopolítica, de manera significativa. Si se incrementa la densidad de rutas de navegación comercial a través del Ártico, se reforzará la importancia de los países emplazados en sus vecindades.
Algunos Estados que dominan las tradicionales rutas de navegación de la actualidad perderían parte de su influencia. Crecerá en cambio la de los países del Ártico, incluidos EEUU, Canadá, Rusia, Noruega y la emergente Groenlandia.

Y si dichos países se beneficiaran adicionalmente de la explotación de los ricos recursos de esa zona, su impronta relativa en términos geopolíticos se incrementará aún más, en un mundo con escasez de recursos. 

Es muy probable que los próximos años muestren una rápida construcción de nueva infraestructura en el litoral ártico, para atender el surgimiento del tráfico marítimo. Ya se están planificando nuevos puertos, con las más modernas facilidades. Inevitablemente, seguirá una expansión de las estructuras de apoyo militar y naval, para salvaguardar esos nuevos activos económicos y los que vendrán de la expansión. 

La apertura del Ártico al transporte marítimo global y a la explotación de recursos, se constituirá en uno de los principales motores del cambio climático global. La fusión del hielo del Ártico produciría probablemente un incremento en el nivel del mar y alteraría la química del océano mundial, con consecuencias impredecibles. Los patrones estables de las corrientes oceánicas podrían verse afectados, lo que a su vez trastocaría los ciclos climáticos, incluidos los monzones tropicales de importancia vital para nuestra supervivencia. La disponibilidad extendida de combustibles fósiles en el Ártico significará concretamente, el “cajoneo” de cualquier plan de transición apuntado hacia un crecimiento con menos carbono. De hecho, implicará una intensificación en todo el mundo, del crecimiento basado en la emisión de carbono, retardando y hasta desbaratando el cambio hacia el uso de fuentes de energía limpias y renovables, factor crítico para revertir el calentamiento global. Las actuales negociaciones multilaterales sobre cambio climático bajo el marco de la Convención sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas pueden incluso llegar a tornarse irrelevantes. 

El Ártico puede parecernos lejano, pero la evolución de la situación en esta zona ecológicamente prístina no puede menos que producir un gran impacto en la India y en el mundo. Podría producirse una intensificación del calentamiento global, que exacerbe todos los efectos adversos ya anticipados y visibles en casi todos los aspectos de nuestra vida diaria. 

¿Tienen acaso cinco países, que como un accidente de la geografía forman el anillo del Ártico, el derecho de jugar con el futuro ecológico del mundo, en procura de la satisfacción de sus intereses económicos?

¿Qué efectos tendría para países como la India el eventual cambio en el transporte marítimo mundial, y por consiguiente en los actuales patrones comerciales?

¿Mejorará la seguridad energética de la India con la explotación de recursos en el Ártico, o se complicará más que ahora?

Actualmente, el centro de gravedad de la economía mundial se está desplazando desde el área trans-Atlántica hacia la región Asia-Pacífico. ¿Podrá producirse una reversión de este centro de gravedad nuevamente hacia el Atlántico, por vía de los países del Ártico? 

¿Emergerá Rusia como una potencia de primer orden?

Existen pocas dudas de que los desarrollos que están produciéndose en el Ártico tendrán un impacto significativo – y tal vez irreversible- en la ecología global, la economía mundial y la distribución del poder político. Este acontecer ha permanecido hasta el momento fuera de los radares en la mayor parte del mundo.

Resultaría una buena causa para países emergentes como China, India y otros, el liderazgo de una iniciativa para incorporar estas cuestiones a la agenda internacional. La próxima Cumbre del G-20 a realizarse en París podría ser una buena oportunidad para comenzar un diálogo sobre la cuestión.

Agencias/SimaCaribe 18 jun 2011