Con el Mar Caribe al borde de la crisis ecológica a causa de la mayor plaga de animales marinos de la Historia, la naturaleza pone en marcha sus propios sistemas de defensa allí donde el ser humano ha fracasado. Al pez león ('Pterois volitans'), una peligrosa especie invasora que en los últimos años se ha convertido en la mayor amenaza para los ecosistemas marinos de una docena de países caribeños, le han salido desconocidos y poderosos enemigos, nuevos depredadores naturales que constituyen la última esperanza para evitar que este mar se convierta en un desierto de vida. El contraataque ha comenzado.
Científicos y expertos ambientales mexicanos han detectado en los últimos meses que algunas especies marinas están modificando sus conductas alimenticias y han comenzado a atacar y devorar a los peces león, una especie de origen asiático que llegó por accidente a estas aguas donde hasta ahora no tenían depredadores conocidos. Hasta ahora se sabía que el mero ('Ephinephelus mero') y alguna especie de pez piedra ya habían "catado" con éxito al pez león, uno de los animales más venenosos del mundo marino, pero recientemente expertos del Parque Nacional Arrecifes de Cozumel han añadido a la lista de "pocos amigos" del pez león al pargo lunar ('Lutjanns annais'), que ha sido filmado atacando y devorando al pez invasor.
La maldición del pez león (también conocido como pez escorpión o pez fuego del diablo) se remonta a hace 18 años, cuando el huracán Andrew azotó las costas estadounidenses de Florida y destruyó parte de las instalaciones de un acuario de Key Bizcayne. Seis ejemplares de 'Pterois volitans' se escaparon de sus tanques y consiguieron llegar al mar. Estos leones lejos de perecer en unas aguas desconocidas (esta especie es originaria del Indo-Pacífico) se encontraron en un ecosistema donde no tienen depredadores naturales (en los mares de Asia y Oceanía sí que existen algunos tipos de tiburones que se los comen).
Su desmesurado potencial reproductivo -cada cuatro días, las hembras son capaces de poner entre 15.000 y 30.000 huevos- hizo que la especie fuera multiplicándose de forma exponencial hasta convertirse en una plaga que actualmente afecta ya a, al menos, una docena de países del Caribe y el Atlántico occidental. Desde que en enero de 2009 se detectara el primer ejemplar de esta especie invasora en Cozumel (México), numerosos científicos, naturalistas y expertos en biodiversidad marina han comenzado a estudiar el caso y a valorar las consecuencias de una invasión de esta magnitud. "El problema radica enla enorme voracidad de este pez que se alimenta de corales, moluscos, langostas, camarones, pulpos y otros peces arrecifales. No sólo afecta a las pesquerías al acabar con los peces de valor comercial, sino también a otras especies que habitan estos arrecifes y que son fundamentales para mantener el equilibrio en estos ecosistemas marinos", explicó a El Mundo María del Carmen García Rivas, directora de la Reserva de la Biosfera de Banco Chinchorro (México), una de las zonas afectadas.
La Fundación Reef Environmental Education, con sede en Key Largo (EEUU), sigue la evolución de este fenómeno desde hace unos años. "La fauna autóctona del Caribe está completamente indefensa ante esta especie que tiene potencial suficiente para generar un grave impacto ambiental en todo este ecosistema", explicó el doctor Lad Akins, director de esta fundación y uno de los investigadores más reconocidos en el estudio del coral.
Dentro del área afectada se encuentra el Sistema Arrecifal Mesoamericano, conocido popularmente como la Gran Barrera Maya, que con más de 700 km de longitud es la segunda formación coralina más larga del mundo, tras la Gran Barrera Australiana. ELMUNDO.es ha comprobado in situ el aumento de la población del pez león en la mayor parte de este sistema arrecifal, desde Playa del Carmen (México) hasta las islas de la Bahía (Honduras).
El 'Pterois volitans' es una especie crepuscular y nocturna que se adapta a hábitats dominados por bancos de algas, arrecifes coralinos y lagunas costeras de escasa profundidad. Las crías alcanzan la madurez muy pronto, con tan sólo un año de vida, y para reproducirse, estos peces desarrollan un complejo ritual de cortejo y apareamiento: la hembra libera al agua un par de bolsas mucosas que contienen decenas de miles de huevos y que son fecundados por los machos.
Alarmados con la invasión
Las bolsas quedan flotando a la deriva en el medio pelágico hasta que se rompen y liberan los huevos que son arrastrados por las corrientes. De esta forma, el pez león ha conseguido extenderse como una epidemia por las aguas cálidas del Caribe. Las autoridades ambientales de la región mexicana de Quintana Roo están alarmadas con esta invasión y están preparando el lanzamiento de una alerta para intentar controlar la nueva plaga.
Por ahora, para mentalizar a la población ha empapelado las paredes de los pueblos costeros con carteles de alerta en los que se identifica al pez león y se pone de relieve el enorme perjuicio que está ocasionando no sólo a la biodiversidad marina sino, también, a la industria pesquera que, cada vez más, ve reducida drásticamente las capturas de especies comerciales como el camarón y otros peces arrecifales. "Si no se hace nada, pronto el santuario de vida marina que hay en el Caribe se podría convertir en un páramo, ya que causará daños irreversibles y de grandes proporciones a las formaciones coralinas y a la rica biodiversidad de la zona", señaló el doctor Alfredo Arellano Guillermo, director de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CNANP) de México.
El mayor problema es que aún no hay una solución eficaz para erradicar o expulsar al invasor de estas aguas. Al pez león no se le puede combatir mediante controles biológicos o introduciendo otra especie depredadora que lo frene. El único modo es a base da capturas manuales, uno a uno. En zonas de baja profundidad la Comisión ya ha pedido la colaboración de la población, no sólo de pescadores, sino también de los centros de buceo, que no sólo suelen organizar partidas de caza con voluntarios sino que también, aprovechan las inmersiones que se realizan con los turistas/clientes para continuar la batalla contra el invasor. En toda la costa de la Península de Yucatán ya no es raro ver a los grupos guiados por 'divemasters' e instructores que portan entre sus manos un arpón con el que van capturando a los ejemplares de 'Pterois volitans' con los que se encuentran. Para motivar la pesca de esta especie, el Gobierno mexicano está promoviendo la gastronomía local con platos y recetas que tienen como base al pez león, de carne sabrosa y tierna. Muchos restaurantes de Cancún y Playa del Carmen ya han incorporado a sus cartas esta nueva exquisitez culinaria.
Más al sur de estas fronteras mexicanas, en Belice la preocupación por esta invasión ha llevado a las autoridades a poner precio a la cabeza del pez maldito. Hace unos dos años, cuando se reportó por primera vez un ejemplar de esta especie en aguas beliceñas, el Gobierno ofreció 500 dólares beliceños (250 dólares USA) por cada espécimen pescado, cantidad que, meses después, tuvo que reducir drásticamente a 100 dólares beliceños (50 americanos), dado el incremento de la población invasora y el de capturas por parte de los pescadores locales.
Hace un año, Mari Carmen García, la directora de la reserva de Banco Chinchorro, dijo: "el problema no tiene solución. Debemos empezar a aceptar al pez león como una especie habitual de los ecosistemas marinos de El Caribe y, en cuanto al efecto perjudicial que este pez puede causar a la vida marina, sólo podemos esperar que la propia naturaleza establezca su propio equilibrio y comiencen a aparecer nuevos depredadores que neutralicen la expansión del pez león". Su predicción parece que ha empezado a hacerse realidad. El contraataque de la naturaleza ha comenzado.
Agencias/SimaCaribe 23 jun 2011