La colonia de pingüinos más famosa de Sudáfrica reduce su número a marchas forzadas. Los ecologistas abogan por un equilibrio entre los intereses de humanos y animales en el océano.
Cuando cuatro camionetas pickup con cajas llenas de pingüinos africanos llegaron a Stoney Point, el recibimiento de la colonia de pájaros no fue precisamente exultante. Los cientos de pingüinos adultos que descansaban al sol de la mañana se mostraron relativamente ajenos a los 63 compañeros que, una vez liberados, echaron a andar balanceándose por la arena hasta el océano Índico.
Un puñado de voluntarios y curiosos se acercó a ver la puesta en libertad. La suelta forma parte de una iniciativa en marcha para recuperar la población de pingüinos de Sudáfrica, una especie en peligro de extinción, según Vanessa Strauss, presidente de la organización ecologista Sanccob.
La colonia de pingüinos más famosa de Ciudad del Cabo está en la playa de Boulders, que tiene una red de paseos marítimos y miradores para proteger a los pájaros de los humanos, y viceversa. Boulders recibió unos 88.000 visitantes el año pasado, según el Servicio Nacional de Parques de Sudáfrica.
Algunas veces los pingüinos se acercan nadando hasta la gente que está en la playa vecina y mordisquean algún dedo descuidado. De hecho, los pingüinos a veces pueden suponer unagobio para las personas que viven en torno a las escasas bases en tierra firme que tienen estas aves. Muchas de ellas viven en islas cercanas.
Pero pese a su aparente ubicuidad y su innegable atractivo, el pingüino africano está en peligro, y en 2010 pasó de estar catalogado como una especie “vulnerable” al estar “en peligro de extinción”.
A principios del siglo pasado, en torno a unos 3 o 4 millones de pingüinos africanos vivían en las costas de Sudáfrica y Namibia. En el año 2000, esa cifra había caído a 200.000, y a finales de 2010 la población se había reducido a tan sólo 55.000 ejemplares. Como los pingüinos no vuelan, esos cálculos se consideran bastante certeros. A no ser que se frene este declive, se cree que los pingüinos africanos podrían extinguirse en el plazo de 15 años.
Al igual que muchas otras aves marinas, los pingüinos son bastante sensibles a los cambios medioambientales. De hecho, se les considera una “especie indicadora”; es decir, que son el reflejo del estado de salud del océano en general.
La menor accesibilidad a la comida es un factor fundamental en la desaparición de los pingüinos africanos. Las poblaciones de peces pelágicos (anchoas y sardinas) que forman parte de su dieta básica están disminuyendo porque son muy sensibles al aumento de la temperatura de las aguas que está produciendo el cambio climático.
La sobrepesca de los caladeros y las focas predadoras son otros de los problemas crecientes a los que se enfrentan los pingüinos.
Las otrora boyantes industrias de los huevos de pingüino y de recogida de guano están prohibidas en Ciudad del Cabo desde finales de la década de 1960. Hasta entonces, los recolectores solían llevarse todos los huevos que encontraban, y los destrozaban si no eran lo suficientemente frescos. Al final, los pingüinos acababan poniendo huevos demasiado tarde para que las crías pudiesen sobrevivir la temporada.
Poco después de que se adoptasen esas medidas de protección, surgió una nueva amenaza: los petroleros que circulan por el cabo y que a menudo dejan derrames de crudo a su paso. Si las plumas de los pingüinos se cubren de petróleo, los animales dejan de ser impermeables y no logran sobrevivir.
En la actualidad la contaminación por petróleo es más un riesgo que una realidad. Pero aún así un vertido importante podría terminar rápidamente con todos los pájaros de la región, en torno a la mitad de la población total de pingüinos africanos, según Vanessa Strauss.
Muchos de los bebés pingüino en Stoney Point estaban famélicos. Los voluntarios de Sanccob los recogieron, junto con algunos adultos, y se los llevaron a las instalaciones de la organización a unas dos horas de distancia para ser criados a mano. Muchos de esos polluelos son hijos de padres que estaban cambiando de pluma tarde, por lo que no podían nadar y salir a cazar para alimentar a sus crías.
En contra de lo que se suele pensar, los estudios demuestran que los polluelos criados a mano sobreviven y se crían igual de bien que los demás. La intervención humana es cada vez más necesaria en el caso de los pingüinos, a la vista del acuciante descenso de sus colonias.
A finales del año pasado, personalidades de varios sectores de la sociedad sudafricana (científicos, ONG, de la industria pesquera y del Gobierno) se reunieron por primera vez para trabajar en un plan de biodiversidad. El primer objetivo que se marcaron es frenar la desaparición del pingüino africano, y después conseguir que su población crezca a un ritmo del uno por ciento anual. Es un plan de colaboración notable, pero todavía queda por ver si hay voluntad y tiempo para ayudar a la especie a sobrevivir.
En juego no está ya sólo el destino del pingüino africano, sino el del océano y el de nuestro planeta. “Mucha gente depende del mar para el ocio, para comer, para trabajar, y tenemos que gestionar esa relación entre el océano, los animales y las personas”, señala Strauss. “Nosotros, como personas, tenemos la responsabilidad de conservar este planeta, porque es el único que tenemos”.
Agencias/SimaCaribe 23 jun 2011