La construcción de una balsa que ha salvado de la posible extinción a tres especies de anfibios y la localización de seis redes abandonadas en el fondo marino son dos de los principales resultados del proyecto "Año Mundial para la Diversidad Biológica" en Cataluña.
La coordinadora del comité español de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), Inés López, ha presentado hoy en las instalaciones del Centro de Recuperación de Animales Marinos (CRAM) de El Prat de Llobregat los principales resultados del proyecto, en el que han colaborado también la organización Mediterrània-CIE, la Sociedad Española de Biología de la Conservación de Plantas (SEBICOP) y la Fundación para la Conservación del Qubrantahuesos de Huesca.
Gracias a la colaboración y formación de más de 300 voluntarios se han llevado a cabo numerosos proyectos de sensibilización medioambiental en materia de fauna y flora, según ha destacado López.
Entre otros resultados del proyecto, que se enmarca en la celebración del Año Internacional para la Diversidad Biológica, la organización tarraconense Mediterrània-CIE ha construido una balsa para anfibios en Vilabella (Tarragona), donde, desde el pasado mes de marzo, al menos tres especies de anfibios en peligro de extinción instalaron su hábitat y han criaron.
Se trata del sapo corredor, el sapo común y la rana común, además de la ranita meridional, que ha sido avistada en la balsa aunque aún no se ha podido constatar si se ha reproducido.
Según los científicos de Mediterrània-CIE, las especies de anfibios se encuentran en un peligro sin precedentes, ya que se están extinguiendo a tasas mil veces más altas de lo normal.
Se calcula que de las 5.743 especies anfibias conocidas, que incluyen ranas, sapos, salamandras y cecílidos, un 32 % de ellas (1.856) están en peligro de extinción y faltan datos para evaluar la situación de otras 1.300.
En cuanto al proyecto desarrollado por el CRAM, ha consistido en localizar seis redes de pesca abandonadas en los fondos marinos de Cataluña y valorar su impacto en el medio.
Tras dieciocho inmersiones, en las que tomaron imágenes de las redes, los naturalistas del CRAM han concluido que la opción menos dañina era no reflotarlas.
Además, los submarinistas del CRAM constataron que existían comunidades marinas de interés y que las redes en cuestión tenían una movilidad muy reducida impidiendo que pudiesen navegar a la deriva causando daños en el ecosistema.
Igualmente, certificaron que las redes estudiadas no habían causado muertes por atrapamiento en la fauna marina.
Sin embargo, el presidente de la Fundación CRAM, Ferran Alegre, ha advertido que en muchas ocasiones las 'redes fantasma' perdidas por barcos pesqueros pueden suponer una grave amenaza para la biodiversidad y es importante hacer un seguimiento adecuado de la problemática y proponer medidas para reducir el impacto en especies marinas y sus hábitats.
Agencias/SimaCaribe 30 jun 2011