La Comisión Ballenera Internacional (CBI) debate desde ayer en sesión plenaria en Jersey (Reino Unido) el futuro de la pesca comercial de cetáceos.
La reunión plenaria de la Comisión, que se creó en 1946 y en la que están representados 89 países, trata de determinar cuántas ballenas quedan en las distintas zonas del planeta y cuáles son los países que continúan la pesca comercial de esos cetáceos, pese a la prohibición vigente desde 1986.
La CBI, cuyo propósito es promover la conservación de los "stock" de ballenas para hacer viable el "desarrollo de la industria ballenera", hizo efectiva hace 25 años una moratoria para detener la caza de cetáceos.
En la actualidad, países como Noruega e Islandia, que rechazaron la resolución de la Comisión Ballenera, continúan con la pesca de ballenas y, en 2009, cazaron respectivamente 536 y 38 ejemplares.
Japón, por su parte, fija sus capturas de forma unilateral, y en 2009 capturó 1.004 ballenas, en su mayoría en el Antártico, aunque este año las protestas de los grupos ecologistas le obligaron a concluir antes la campaña tras cazar apenas un tercio de su cuota.
Otras excepciones las marcan comunidades que pueden demostrar que su subsistencia y sus tradiciones dependen de la pesca de ballenas, como ocurre con Alaska (Estados Unidos), Groenlandia (Dinamarca), Tchukotka (Extremo Oriente siberiano) y San Vicente y Granadinas (Antillas).
Coincidiendo con el inicio de las reuniones de la CBI, la organización ecologista WWF instó hoy a los países que componen la Comisión a dar "pasos urgentes para solucionar las graves amenazas a las que se enfrentan las ballenas, los delfines y las marsopas".
Entre esos peligros, los ecologistas destacan las artes de pesca masiva, los vertidos de aceite y petróleo en los océanos y los ruidos submarinos que afectan a los animales.
"El medio ambiente marino nunca antes ha estado sometido a tanta presión como ahora, y muchas especies de ballena, delfín y marsopa están en peligro de extinción", alertó la organización en un comunicado.
Los ecologistas señalaron que al noroeste del Océano Pacífico solamente quedan unas 130 ballenas grises, en una zona en la que se siguen proyectando nuevas instalaciones petrolíferas.
"Una compañía planea construir una plataforma justo al lado de la zona donde las ballenas llevan a sus crías para alimentarse", dijo WWF en el comunicado.
Greenpeace, por su parte, señaló también hoy que los científicos del CBI están estudiando el impacto del petróleo y otros productos sobre los cetáceos, y exigió a la comisión que centre sus esfuerzos en proteger el futuro de las diversas especies de cetáceo.
"La industria del petróleo no es la única amenaza para las ballenas, también lo es el ruido y las perturbaciones que provocan las pruebas sísmicas, las perforaciones del fondo marítimo y el transporte. Y, por supuesto, el cambio climático es especialmente duro para los cetáceos", señaló esa organización.
Agencias/SimaCaribe 13 jul 2011