La utilización eficiente y colectiva de las aguas de la cuenca del río Amu Darya, que desemboca en el degradado mar de Aral, es fundamental para conseguir la seguridad alimentaria y la paz en Asia Central, según un informe del Programa Medioambiental de la ONU (UNEP) difundido hoy.
Este estudio de la UNEP, presentado en Ginebra, constituye el primer esfuerzo diplomático que establece líneas de acción comunes acordadas por los países que forman parte de la cuenca del río Amu Darya (Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán) para hacer frente a la degradación y pérdida de recursos acuíferos en la zona.
"La competencia por la escasez de agua y recursos naturales que dependen de ella podría causar conflictos entre estos países, por lo que la cooperación entre ellos para implementar políticas medioambientales y agrícolas es fundamental", subrayó el director regional de la UNEP para Europa, Christophe Bouvier.
Bouvier explicó que los niveles de agua en la parte sur de la cuenca del río, el más largo de Asia, han disminuido en 26 metros cúbicos y los márgenes de la ribera han retrocedido en varios cientos de kilómetros.
En el mar de Aral, regado fundamentalmente por las aguas de este río, la situación es todavía peor, ya que en los últimos 50 años su superficie se ha reducido a la décima parte.
Según Bouvier, el descenso del volumen de agua en la cuenca es una herencia soviética, cuando se impulsaron grandes proyectos hidroeléctricos de fuerte impacto ambiental y se destinaron importantes flujos de agua a cultivos como el algodón y el trigo, así como a los pastos para ganado, actividades no adecuadas para regiones secas.
Estas prácticas afectaron también a la calidad del agua, cuyos niveles de sal se han duplicado desde 1960, lo que tiene serias implicaciones para la salud de las comunidades que viven allí, que pueden desarrollar enfermedades de riñón, hígado y tiroides.
A estos problemas hay que añadir el cambio climático, que provocará un aumento de hasta 3 grados centígrados de la temperatura media de la zona y conllevará la evaporación de grandes cantidades de agua, lo que, junto con el incremento de la población, elevará la demanda de agua para la agricultura.
Para contrarrestar esta situación, la UNEP propone reconstruir los sistemas de riego, ya que se estima que más de la mitad del agua de regadío se pierde por filtraciones y escapes de las tuberías y por culpa de la evaporación, razón por la cual solo llegan a los cultivos entre 7.000 y 12.000 metros cúbicos por hectárea.
Uzbekistán ya ha puesto en marcha un proyecto multimillonario para reconstruir la red de riego y mejorar las perspectivas de futuro de unas 200 mil hectáreas de regadíos.
"El riego por goteo, mucho más eficiente al llevar el agua justo al lugar preciso, se está extendiendo en cada vez más regiones agrícolas de la cuenca", precisó Bouvier.
Para afrontar la degradación de los suelos, señaló, la agricultura biológica se está imponiendo como modelo, lo que además de permitir la regeneración del suelo y mejorar la calidad de los productos, que se venden a precios más altos en los mercados internacionales, supone un ahorro en fertilizantes químicos.
Agencias/SimaCaribe 12 jul 2011