La contaminación radiactiva generada por el accidente de la central nuclear de Fusushima Dai-ichi tras el terremoto de 2011 se ha extendido a una distancia de al menos 300 kilómetros. Es la principal conclusión del equipo internacional liderado por el químico Ken Buesseler y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS),...................en el que también se advierte que la contaminación detectada está "por debajo de la que se considera normalmente perjudicial para animales marinos y consumidores humanos, eincluso por debajo de aquella generada por los isótopos radiactivos de forma natural".
El grupo de 17 investigadores y técnicos procedentes de ocho instituciones pasó quince días estudiando las corrientes marinas y cogiendo muestras en junio de 2011, pocos meses después del accidente que vertió al mar cientos de toneladas de agua contaminada. El equipo encontró que la concentración de isótopos radiactivos era elevada pero variaba mucho en función de los lugares donde se sondeaba, debido a la naturaleza variable del entorno marino. Las concentraciones estaban por debajo de los niveles peligrosos, pero los científicos dejan abierta la cuestión de cómo pueden impactar estas concentraciones a largo plazo en los fondos marinos.
El equipo tomó muestras de plancton y pequeños peces mediante unas sondas flotantes que seguían la dirección de las corrientes y eran monitorizadas vía satélite para su posterior recuperación. El resultado indica que se trata del mayor vertido radiactivo al océano de la historia. Entre las sustancias detectadas se encuentran los isótopos de Cesio-134 y -137, que no se producen de forma natural en el océano. El primero tiene una vida de dos años y proviene con total seguridad de la central de Fukushima y el segundo procede en parte de las pruebas nucleares realizadas en los años 50 en el Pacífico.
A pesar de todo, los científicos indican que el agua recogida muestra que está por encima de los requisitos que la harían insegura para beber según la legislación de EEUU, dado que el material radiactivo se ha dispersado rápidamente y se ha mezclado con las aguasprofundas del océano. La naturaleza de las corrientes hace que varíen muchos las concentraciones de un día a otro y contienen la dispersión de contaminantes por el sur.
En algunas zonas la radiación es 1.000 veces más alta que antes del accidente, pero aún así están muy lejos de los niveles considerados peligrosos para humanos y son, según el estudio, “una sexta parte del nivel de radiación que los organismos marinos reciben de isótopos naturales como el Potasio-40”. Las muestras de plancton y peces que capturaron podían haber sido consumidas por humanos sin peligro.
“La radiactividad de los peces que capturamos y analizamos”, aseguran, “no supondrían problemas para el consumo humano”. “Esto no significa que todos los organismos marinos pescados en la región sean seguros para comer. Eso es todavía una cuestión abierta. Hay todavía zonas calientes cerca de la orilla o de la central que podrían haber contaminado seriamente a algunas especies en esas áreas. Posteriores estudios y seguimientos ayudarán a clarificar este aspecto”.
Otra cuestión abierta es que el nivel de radiación alrededor de la central no ha decrecido con los meses ni tras culminar la operación de parada fría de los reactores. De acuerdo con estos científicos, esto podría deberse a que la tierra que rodea los reactores podría estar saturada de agua contaminada que se filtra lentamente al océano. O que los isótopos en los sedimentos marinos se han removido”.
Agencias/SimaCaribe 4 abr 2012