Expertos temen un colapso de los ecosistemas marinos debido al calentamiento, la acidificación de los mares y la contaminación.
La severidad del diagnóstico no podría ser mayor: según un panel de una treintena de expertos reunidos a mediados de abril en la universidad de Oxford (Reino Unido) en una coloquio interdisciplinario, la magnitud de los trastornos que, a consecuencia de las actividades humanas, afecta a los océanos esinédita desde hace a lo menos 55 millones de años.
Y sin duda mucho más. Las conclusiones del coloquio, organizado por iniciativa de dos organismos no gubernamentales (la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, y el Programa Internacional para el Estado del Océano, IPSO), fueron hechaspúblicas el 21 de junio.
Serán objeto de un informe acompañado porrecomendaciones que será comunicado próximamente a Naciones Unidas. El objetivo del informe (que todavía no se hace público en su integridad) no es entregar resultados de investigaciones inéditas o nuevas observaciones. Se trata más bien de sintetizar los trabajos recientes sobre asuntos tan diversos como los cambios de los parámetros químicos del océano, el impacto de las contaminaciones locales o globales, la sobrepesca, el aumento de las temperaturas de las aguas superficiales, etc.
Esta síntesis, inédita, ofrece una fotografía global del estado de los mares del planeta, estimada “chocante” por Alex Rogers, director científico de IPSO y profesor de biología de la conservación en la universidad de Oxford.
Según los autores, si las tendencias actuales se mantienen, es probable de aquí a 2050 un colapso a gran escala de los ecosistemas marinos. En particular, las aguas superficiales del océano absorben una parte importante de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), lo que lleva a suacidificación.
Esta se produce a una velocidad inédita desde el máximo térmico del paleocdeno-eoceno, que, hace 55 a 56 millones de años, experimentó una extinción en masa.
Jelle Bijma (Alfred Wegener Institute for Polar and Marine Research) explica en un estudio anexo al informe que, en el transcurso de esta crisis biológica el ciclo del carbono fue perturbado por la incorporación a la atmósfera de alrededor de 2 mil millones de toneladas (Gt) de CO2 anuales durante 5.000 a 10.000 años; todavía se debate sobre las causas de ese trastorno.
Es una tasa cerca de 15 veces inferior a las aproximadamente 30 Gt de CO2 emitidas hoy cada año por las actividades humanas. Los autores del informe constatan que en los océanos del planeta actúa un “trío mortal” bien conocido.
Extensión de las zonas privadas de oxígeno, aumento de la temperatura, incremento de la acidez del océano: el tríptico que marca la situación actual es análogo al que prevaleció durante la mayor parte de las cinco grandes crisis biológicas precedentes, producidas a lo largo de los tiempos geológicos. Pero los efectos son más rápidos.
Los autores observan así que, en 1998, un singular acontecimiento de blanqueo de corales (presumiblemente ligado en parte a una fuerte anomalía de temperatura) condujo a una destrucción del 16% de los corales tropicales mundiales. Sin embargo estos últimos son un reservorio crucial de la biodiversidad marina. En la situación presente, las grandes modificaciones físico-químicas del océano se agravan por el hecho de que la resiliencia de los ecosistemas marinos queda a maltraer por la sobrepesca y la polución global de los mares.
Es así como la pesca ha reducido en 90% algunas existencias de peces mientras, a nivel mundial, 63% de los stocks están siendo sobreexplotados o se encuentran ya seriamente reducidos.
En cuanto a las contaminaciones, los nuevos estudios muestran que indudablemente los plásticos, los retardadores de llamas químicos y los perturbadores endocrinos se han instalado firmemente en las zonas polares, donde los biólogos los encuentran en los órganos de los animales de esas regiones, alejadas sin embargo de toda actividad industrial.
“Cuando consideramos los efectos acumulados de la manera en que la humanidad actúa sobre el océano, las implicancias se hacen peores que lo que habíamos estimado individualmente”, declaró Rogers.
“Es una situación muy seria, que exige una acción unívoca en todos los niveles”. Los autores insisten en que la amplitud de los daños observados y el ritmo de su agravamiento va más allá de todo lo que anteriormente se había previsto o anticipado en la literatura científica. El informe plantea algunasrecomendaciones clave: disminución de las emisiones de dióxido de carbono; reducción de las cuotas de pesca en las existencias de los peces más frágiles; reglamentación de las actividades en alta mar, y reducción de los desechos crónicos de residuos químicos en los océanos.
Agencias/SimaCaribe 29 de jun 2011