Las toneladas de residuos vertidos al océano tras el terremoto y el tsunami que azotaron Japón el 11 de marzo pasado permanecerán errando diez años en el Pacífico Norte, y constituyen una amenaza para la vida marina y el tráfico marítimo, advierte la ONG Robin de los Bosques en un informe.
"En tierra, la doble catástrofe dejó unos 25 millones de toneladas de residuos y cuando el tsunami refluyó hacia el océano, acarreó considerables cantidades de todo tipo de residuos", escribe la ONG.
Se trata de aviones, barcos, automóviles, que "progresivamente soltarán al mar hidrocarburos", pero también hay líquidos tóxicos, aerosoles, pesticidas o medicamentos. "El océano no está únicamente contaminado por la radiactividad, de ninguna manera", indica el informe con fecha del 31 de mayo.
Gran parte de los residuos tardará entre un año y dos en atravesar el océano Pacífico hasta las costas norteamericanas. Una pequeña parte irá hacia el norte, impulsada por la corriente de Alaska. El resto irá hacia el sur, gracias a la corriente de California.
Una fracción de estos últimos residuos quedará atrapado en una corriente circular para formar la Zona de acumulación Este, no lejos del archipiélago de Hawái, donde la densidad de los residuos es especialmente elevada. Otros seguirán su viaje al oeste, hacia una zona similar, más pequeña, la Zona de acumulación Oeste, no lejos de Japón. "La vuelta completa se hace en diez años", afirma la ONG.
Las consecuencias pueden ser múltiples, según la ONG. Los residuos más pesados que se habrán hundido "serán un riesgo para la pesca y las tripulaciones", y "no serán pequeños los riesgos de colisión entre los grandes residuos (...) y los barcos de superficie y los submarinos". Respecto a la fauna y flora marinas "los aparatos eléctricos o electrónicos sueltan en el mar elementos contaminantes" que se "integrarán en las cadenas alimentarias".
Agencias/SimaCaribe 22 jun 2011