En la película El Graduado, estrenada en 1967 y dirigida por Mike Nichols, el plástico más hermoso es la media de nylon que cubre la estupenda pierna de Anne Bancroft. Y, hablando de plásticos, el protagonista, interpretado por Dustin Hoffman, recién graduado y pensando qué hacer con su vida, recibe de Mr. McQuire, uno de los amigos de sus padres, un extraordinario........ consejo sobre cómo debe orientar su vida:
“-Quiero decirte una palabra. Solamente te diré una palabra.
-Sí, señor.
-¿Estás atento?
-Lo estoy.
-Plásticos.
-Exactamente, ¿qué quiere decir?
-Hay un gran futuro en los plásticos. Piensa en ello. Debes pensar en ello.
-Lo haré.
-Muy bien. No digo más. Esto es un trato.”
Y acertó. Un profeta es lo que era Mr. McQuire. Hoy, delante de San Francisco, donde se desarrolla la acción de la película, hay cientos de kilómetros cuadrados del Océano Pacífico cubiertos de plásticos flotantes, atrapados en el llamado Giro Central del Pacífico Norte, formado por las corrientes de California y Kuroshio. Hasta tiene nombre este inmenso montón de basura: es el Great Pacific Garbage Patch, algo así como la Gran Mancha de Basura del Pacífico Norte, para nosotros, desde ahora, la Gran Mancha.
Ustedes ya conocen las ventajas del plástico: maleable, ligero, indestructible, barato,… Desde la década de los 40 del siglo pasado, cuando se empezó a fabricar en masa, ya se hablaba del futuro como la Edad del Plástico. Hoy nos rodea y si, en un ejercicio de imaginación, hiciéramos desaparecer todo el plástico que tenemos alrededor, lo primero que notaríamos es que estábamos medio desnudos y sentados en el suelo, y solo para empezar. Cerca de 300 millones de toneladas se fabrican cada año y hay quien asegura que, en la primera década de este siglo, se ha fabricado tanto plástico como en todo el siglo XX.
Pero esas extraordinarias características del plástico que antes mencionaba también anticipan los problemas que plantea cuando se convierte en basura. Aparece por todas partes y se mantiene durante años. Incluso aunque ya no lo veamos, no es que ha desaparecido, sino que se ha desmenuzado en fragmentos diminutos, microscópicos, que permanecen durante años en el entorno. Y en muchos casos, estos plásticos, grandes o pequeños, acaban en el mar tal como nos lo cuentan Richard Thompson y su grupo de la Universidad de Plymouth, en Inglaterra.
Las primeras noticias de los peligros de los plásticos en el mar llegaron de los fragmentos que se encontraron, en la década de los 60, en cadáveres de las aves marinas que los habían ingerido. Ahora se encuentran restos de plásticos desde los polos hasta el Ecuador y desde la costa hasta las profundidades abisales. La mayoría de los plásticos flotan y, por ello, muchos de ellos terminan en la costa; en la actualidad, del 50% al 80% de la basura que se recoge en las costas son plásticos. Se han encontrado, como récord, hasta 100.000 trozos de plástico por metro cuadrado y, flotando, hasta 3.250.000 fragmentos por kilómetro cuadrado de superficie marina. Como ejemplo del tiempo que esta basura permanece en el entorno nos sirve el cadáver del albatros recogido en 2009 que había muerto por tragar un trozo de plástico procedente de un avión que cayó al mar unos 60 años antes.
Pero volvamos al Pacífico y a la Gran Mancha y veamos lo que nos cuentas Charles Moore, de la Fundación Algalita para la Investigación Marina de Long Beach, en California, y uno de los mayores expertos mundiales en basura de plástico en el mar; en realidad, es el que descubrió y popularizó la Gran Mancha. Como nos cuenta James Leichtler, de la Universidad de California en San Diego, fueron Moore y su Fundación Algalita quienes estudiaron, descubrieron y revelaron al mundo, tanto a los científicos como a la sociedad en general, lo que era y significaba la Gran Mancha y, de paso, llamaron la atención sobre el problema más general que suponía la contaminación del mar con plásticos.
La Gran Mancha se define como una zona de convergencia de corrientes oceánicas que acumula basura de todo el Pacífico Norte. Solo como reflexión personal, pues todavía no se han publicado trabajos sobre ello, en este momento la Gran Mancha debe de estar acumulando restos del gran tsunami de Japón del año pasado. Volviendo a lo que revisa Moore, la Gran Mancha tiene, en peso de basura, seis veces más que plancton, o sea, hay seis veces más porquería que vida. En 1999, encontraron 300.000 piezas por kilómetro cuadrado y, en 2008, unos diez años después, más del doble llegando a los 752.000 trozos por kilómetro cuadrado.
Cuando los fragmentos de plástico se cargan de fauna y flora, se pueden hundir y se depositan en el fondo del mar. Como ejemplo de un estudio cercano a nosotros, publicado en 1995 por F. Galgani y su grupo del IFREMER de Nantes, el 95% o más de la basura recogida en los fondos del Golfo de Vizcaya es plástico. Quién sabe lo que habrá aumentado esta basura en los 20 años transcurridos desde entonces.
Además, cuanto más tiempo permanece el plástico en el mar, más se fragmenta, hasta alcanzar tamaños que, como mucho, se miden en milímetros, y que, por ello, se ingieren con más facilidad por los animales que viven y se alimentan en el mar. De nuevo como ejemplo nos sirve que se ha calculado que la degradación de una sola botella de plástico de1 litroproduciría tantos fragmentos como para colocar uno de ellos en cada kilómetro de playa de todo el mundo. Nos cuenta Moore que, en un trabajo de su grupo publicado en 2010, el 35% de los peces que viven en la zona de la Gran Mancha tienen fragmentos de plástico en el estómago. Algo parecido ocurre con las tortugas, los mamíferos marinos y ya hemos mencionado a las aves marinas.
Otro rasgo a destacar de la basura de plásticos flotantes es la fauna y flora que acarrean. Llevan, como cuenta José Derraik, de la Universidad de Otago en Wellington, en Nueva Zelanda, bacterias, algas, moluscos, anélidos y otros grupos. Por el movimiento continuo de los plásticos en el océano, las especies que llevan también se pueden mover cientos y cientos de kilómetros. Ya hay especies que han viajado sobre plásticos se Australia a Nueva Zelanda, del Caribe a Florida o han atravesado el Atlántico Norte. A menudo, cuando llegan al final del viaje, se convierten en especies invasoras y el daño que pueden causar a su nuevo entorno es desconocido.
No solo en el Pacífico Norte, también en otros océanos, en los que siempre hay corrientes que giran, comienza a acumularse el plástico como, por ejemplo, frente a Chile en el Pacífico Sur o frente a Brasil en el Atlántico Sur o, como nos cuentan Kara Lavender Law y su equipo de la Asociación de Educación sobre el Mar de Woods Hole, en Estados Unidos, en el Atlántico Norte, entre Europa y el norte de África y Norteamérica. En este trabajo, los autores han revisado muestras de plancton tomadas en los últimos 22 años y han encontrado plástico, en fragmentos de milímetros de tamaño, en el 69% de ellas.
Y, para terminar, hace unas semanas se ha publicado un estudio de Miriam Goldstein y su grupo, de la Universidad de California en San Diego, sobre la Gran Mancha del Pacífico. Como primer resultado, encuentran que la basura de plástico y, en consecuencia, la propia Gran Mancha han crecido unas 100 veces en los últimos 40 años. Ya nadie se atreve a dar su extensión; en un tiempo se dijo que era como Texas y, poco después, como el doble de Texas y, en fin, enorme pero dispersa dependiendo del tiempo y del mar (Texas es casi un 50% más grande que España).
En segundo lugar, este grupo ha estudiado la reproducción de un insecto que vive en el mar, el Halobates sericeus, y su relación con el plástico flotante. Como este insecto, para su reproducción, necesita coloca sus huevos en un substrato duro y flotante, la aparición de millones de fragmentos de plástico en su entorno ha provocado una explosión en su población. Como ven, el plástico no solo ensucia el mar, también interviene en sus procesos y, por ello, mata aves, peces y otros animales por ingestión o provoca el aumento de poblaciones al ayudar en la reproducción o al trasladar especies de un continente a otro.
Eduardo Angulo Pinedo/SimaCaribe 25 oct 2012