La práctica del buceo es una opción que cada vez más gente elige, y que abarca desde la posibilidad de un submarinismo recreativo de menos dificultad a prácticas más profesionales, llegando a la inmersión en ambientes extremos. Este tipo de deporte presenta dificultades únicas para la fisiología humana.
La inmersión del cuerpo humano hace que tenga que soportar los efectos de un ambiente hiperbárico, donde la presión es mayor que a nivel del mar. Este ambiente incrementa la presión de los gases contenidos en los senos paranasales, en el tracto respiratorio, en el tracto gastrointestinal y los que se hallan disueltos en los fluidos corporales.
Los cambios que se producen a nivel pulmonar se resumen con la ley de que volumen y presión son inversamente proporcionales, por lo que al ir bajando la presión aumenta (cada 10metros 1 atmósfera, o lo que es lo mismo, 760mmHg) y el volumen de los pulmones se hace más pequeño. El aire que respiramos en la superficie se comprimirá a la mitad de su volumen a 10 metros de profundidad.
A la inversa ocurre lo mismo, el aire introducido en nuestros pulmones a una profundidad de 10 metros se expandirá hasta el doble de su volumen original cuando lleguemos a la superficie. Por ejemplo, un para buceador con escafandra autónoma sería extremadamente peligroso efectuar una profunda inspiración a 10 metros de profundidad y luego contener la respiración mientras asciende a la superficie. Antes de llegar arriba sus pulmones se distenderían excesivamente, rompiendo los alveolos y produciendo una hemorragia y el colapso pulmonar. Como consecuencia de la ruptura alveolar pueden entrar burbujas en el sistema circulatorio, y provocar una embolia en algún vaso sanguíneo y producir daño en tejidos y órganos, ocasionando incluso la muerte. Si los alveolos se rompen y pasa aire al espacio pleural dan lugar a un neumotórax espontáneo. Es por eso muy importante espirar siempre mientras se asciende hacia la superficie.
Otro efecto de la inmersión en el agua es que reduce la tensión del aparato cardiovascular, reduciendo así su carga de trabajo. La frecuencia cardíaca en reposo desciende incluso cuando el cuerpo se halla sumergido sólo parcialmente. Este efecto se ve reforzado por el agua fría.
Además de todo lo comentado anteriormente, se pueden dar diferentes situaciones especiales dependiendo del tipo de buceo.
Buceo a pulmón libre
El buceo a pulmón libre o en apnea es la forma más antigua y se usa todavía con fines recreativos o de trabajo. El tiempo durante el cual los nadadores pueden contener su respiración viene determinado por el punto de ruptura en el que el estímulo para respirar se hace demasiado fuerte como para resistirlo. El deseo de respirar mientras se está debajo del agua es la consecuencia de la acumulación de CO2 en sangre arterial.
Un método para prolongar ligeramente el tiempo de apnea consiste en hiperventilar unos segundos antes de la inmersión, puesto que, aunque está demostrado que no aumenta los niveles de O2, sí que ayuda a eliminar más cantidad de CO2 de los tejidos para así retrasar el momento en que tienes que volver a respirar.
Los niveles de oxígeno arterial pueden disminuir hasta niveles críticamente bajos en algunos individuos, haciéndoles perder la conciencia antes de que la acumulación de CO2 en su sangre los fuerce a subir a la superficie para respirar.
Los principales síndromes que se dan frecuentemente en los buceadores en apnea son:
- Síndromes por ahogamiento
- Efectos del frío y la inmersión
- Heridas causadas por animales marinos
- Hiperventilación y luego hipoxia por apnea
- Barotraumatismo del descenso
- Buceo con escafandra autónoma
El equipo utilizado en este tipo de inmersiones permite inhalar gases procedentes de un dispensador de gran presión y exhalar el aire utilizado directamente al agua, sin reutilización de los gases viciados.
Este tipo de buceo se hace cada vez más popular debido a que es más fácil encontrar equipos adecuados más asequibles al bolsillo.
Las complicaciones a nivel médico que pueden sufrir los practicantes de esta modalidad son:
-Barotraumatismo: son daños que se producen por la contracción o expansión de los espacios gaseosos cerrados y que son producto directo de los cambios de volumen de los gases, lo que provoca distensión de los tejidos. Pueden producirse en el descenso, como consecuencia del aumento de la presión, o con el ascenso, el efecto contrario. Puede ser aural (oídos), sinusal, dental, gastrointestinal, por compresión del visor, traje y escafandra, etc. Unos ejemplos serían el neumotórax espontáneo y la rotura de la membrana del tímpano.
-Enfermedad por descompresión: la alta presión parcial de nitrógeno (principal gas usado en la mayoría de los casos) experimentada durante el buceo fuerza la entrada de más nitrógeno en la sangre y tejidos. Si el buceador intenta ascender con demasiada rapidez, este nitrógeno adicional no puede llevarse ni liberarse desde los pulmones con suficiente rapidez, y queda atrapado formando burbujas, provocando molestias y dolor y riesgo de embolia. Normalmente se caracteriza por dolor en los codos, hombros y rodillas, que es donde se acumulan las burbuajas.
-Osteonecrosis disbárica: se define como un área de necrosis ósea localizada, que aparece predominantemente en huesos largos de los brazos y fémur. La causa es un efecto diferido de las burbujas que se producen durante la inmersión.
- Aspiración de agua salada: también conocída como “fiebre del agua salada”. Este síndrome se produce por aspiración de pequeñas cantidades de agua salada que se nebuliza al respirar el buceador por la válvula de la demanda. Suele aparecer dificultad para respirar, síntomas de fiebre, malestar general, deterioro de la conciencia, etc.
-Envenenamiento por gases: es consecuencia de la elevada presión de O2 en el aire inspirado (más que en el aire ambiental normal). Éste hace que la hemoglobina este saturada de oxígeno ya que llega y sobra para abastecer a los tejidos, y por lo tanto la sangre venosa sigue estando muy oxigenada, lo que dificulta la eliminación del CO2 porque la hemoglobina está “ocupada” con el oxígeno.
-Narcosis por nitrógeno: aunque el nitrógeno no es un gas metabólicamente activo, a altas presiones puede actuar de forma parecida a un gas anestésico. El buzo desarrolla síntomas parecidos a las de la intoxicación por alcohol, por lo que también se denominaborrachera de las profundidades. De hecho algunas investigaciones sugieren que por cada 15 metros de profundidad, el efecto se iguala al de un Martini ingerido con el estómago vacío. A 30 metros o más, los escafandristas pueden tener deteriorada la capacidad de razonamiento, por lo que la mayoría de submarinistas que descienden por debajo de los 30 metros respira una mezcla especializada de gases que contiene principalmente helio.
Para evitar todo esto es importante que el que quiera iniciarse en este deporte acuda a un centro especializado, porque hay que tener en cuenta que nunca se sabe cómo una persona va a reaccionar bajo el agua hasta que se prueba. Además nos ayudaran a realizar un entrenamiento adecuado para saber desenvolvernos, cómo reaccionar ante problemas que nos puedan surgir, y, lo más importante, disfrutar de las maravillas que nos ofrece el mundo submarino.
Agencias/SimaCaribe 23 jul 2011