La extinción de la mitad de la vida marina en la Tierra ocurrida hace unos 201 millones de años se debió a una enorme liberación de metano a la atmósfera y no a un incremento de la actividad volcánica, según un estudio que publica hoy la revista Science en su edición impresa.
Hasta ahora el consenso en la comunidad científica era que durante ese período geológico, cuando se fragmentó el continente único denominado Pangaea, la intensa actividad volcánica causó los cambios de clima que llevaron a la extinción masiva de especies marinas.
Ahora un grupo de investigadores encabezado por Micha Ruhl, de la Universidad de Utrecht (Holanda), llegó a la conclusión de que la destrucción de vida marina ocurrida durante los rápidos cambios climáticos de esa era respondió a una gigantesca liberación de metano a la atmósfera.
Las plantas terrestres secretan una capa de cera sobre sus superficies que es esencial para la supervivencia en un ambiente terrestre, y Ruhl y sus colegas crearon un registro de los isótopos de carbono contenidos en esas ceras.
Los investigadores determinaron que en un período de 10.000 a 20.000 años durante la extinción de vida marina al final del Triásico entre 12.000 y 38.000 gigatoneladas de metano fueron a dar a la atmósfera.
El metano es el hidrocarburo alcano más sencillo que está presente en forma de gas incoloro e inodoro a temperatura y presiones ordinarias.
En la naturaleza el metano es el producto final de la putrefacción anaeróbica de las plantas y constituye más del 95 por ciento del gas natural.
Es, asimismo, uno de los gases que contribuyen al "efecto invernadero" o calentamiento global, aunque en proporción mucho menor que el dióxido de carbono, según los expertos.
Dado que la actividad volcánica que acompañó la fragmentación y separación de Pangaea duró al menos 600.000 años, los investigadores consideran que esta inyección, en un periodo relativamente breve, de metano en la atmósfera probablemente fue la causa de las extinciones masivas de especies marinas.
Los cambios ocurridos en la vegetación al término del período Triásico, según estos investigadores, también proporcionan pruebas de un calentamiento sustancial y un ciclo acuático global más intenso.
Con una atención a asuntos más actuales, Ruhl y sus colegas afirman que sus conclusiones podrían ayudar a una planificación científica, ya que permiten predecir que la actividad humana añadirá al menos 5.000 gigatoneladas de carbono a la atmósfera si se consumen todas las reservas conocidas de hidrocarburos combustibles.
Agencias/SimaCaribe 23 jul 2011