Las algas son organismos fotosintéticos cuya función ecológica más conocida es la producción primaria o producción de materia orgánica, realizada por organismos autótrofos, a través de la fotosíntesis o la quimiosíntesis (producción de materia orgánica a partir de materia inorgánica).
Dicho en otras palabras, son las primeras responsables de generar materia orgánica a partir de la inorgánica existente en el mar, gracias a lo cual la energía y los nutrientes se integran a la cadena trófica. Se conocen en la actualidad alrededor de 45.000 especies y constituyen un tercio de la biomasa de vegetales del planeta. Si bien el número de especies conocidas ya es amplio, los estudios particulares en torno a ellas no están demasiado avanzados y se entiende que el conocimiento de sus posibilidades aún está por venir.
Dicho en otras palabras, son las primeras responsables de generar materia orgánica a partir de la inorgánica existente en el mar, gracias a lo cual la energía y los nutrientes se integran a la cadena trófica. Se conocen en la actualidad alrededor de 45.000 especies y constituyen un tercio de la biomasa de vegetales del planeta. Si bien el número de especies conocidas ya es amplio, los estudios particulares en torno a ellas no están demasiado avanzados y se entiende que el conocimiento de sus posibilidades aún está por venir.
Las algas en la alimentación
El uso de las algas en la alimentación y la medicina data de mucho tiempo atrás. Se sabe que ya en 2600 a.C. los chinos la utilizaban con distintos propósitos (alimentación, cosmética y medicina). También la cultura azteca, los griegos y los romanos la usaron. En China, Japón y Corea forman parte de su tradición gastronómica además de ser utilizadas como fertilizante, abono y complemento alimenticio del ganado; usos, estos últimos, que se han extendido por el mundo.Si bien hasta no mucho tiempo atrás su uso en la alimentación y la medicina era relativamente poco común en Occidente, en la actualidad se ha comenzado a considerarlas como una fuente de recursos muy importantes tanto en la alimentación como en la medicina.
Existen ya algunas variedades incorporadas a nuestro consumo. Entre ellas la dulse, que tiene 30 veces más potasio que la banana y puede comerse cruda en ensaladas. El hiyiki, alga azul oscura que contiene 14 veces más calcio que la leche sin desnatar. El nori, de color pardo, que contiene el doble de proteínas que la carne y la misma proporción de vitamina A que una zanahoria, además de vitamina B12. El ya tradicional Agar Agar o el kombu, con un gran contenido en fósforo. También la espirulina, que es una fuente importante de proteína (hasta un 70% del peso seco) y vitamina B12, fundamental en la síntesis del ADN, la formación de glóbulos rojos y células de las paredes del estómago.
Propiedades nutritivas de las algas marinas
Las variedades más oscuras como el kombu y el wakame, gracias a su contenido en ácido algénico, son muy eficaces en la eliminación de metales tóxicos. El ácido algénico, un componente particular de las algas, es el que contribuye a la eliminación de metales pesados como el mercurio, el plomo, el arsénico o las purinas procedentes de productos animales y el resto de sustancias contaminantes acumuladas en el organismo. Este elemento ayuda también a la eliminación de las grasas superfluas y las toxinas depositadas en la sangre.
De un modo general, la mayoría posee gran contenido de vitamina a B1 (tiamina), C y E además de B12, cuyo compuesto resulta esencial para el desarrollo de las funciones neuromotoras. Por su contenido en clorofila (espirulina y el alga azul klamath) activan las enzimas del cuerpo que intervienen en la asimilación de nutrientes, ayudan a purificar la sangre e incrementar la formación de hemoglobina.
Si bien cada alga posee diferentes características y propiedades en función de la zona de procedencia, todas son muy ricas en minerales: calcio, hierro, potasio, cilicio, fósforo, magnesio y muchos otros, pero fundamentalmente en yodo orgánico. Este último componente las vuelve un recurso importante para la normalización del funcionamiento de determinados órganos como la tiroides. Resultan muy eficaces en el tratamiento de la obesidad y disfunciones en el corazón y la sangre. Por su efecto regenerador y purificador mejoran el sistema arterial. Por otro lado, dado su contenido en magnesio, los tejidos cerebrales se benefician porque los nervios sensoriales se energizan y revitalizan. También tienen gran efecto sobre la piel, devolviendo elasticidad a los tejidos. Se estudia, además el poder antitumoral que poseen algunas de las algas azules y pardas.
Todas estas características y virtudes son solamente una parte de sus propiedades. El gran número de variedades existentes está muy lejos aún de ser conocido en profundidad. Así y todo, sin embargo, la larga experiencia de otras culturas y el aporte de los estudios actuales permiten pensar que las algas aún tienen mucho más que ofrecer.
Agencias/SimaCaribe 16 dic 2011