viernes, 22 de julio de 2011

Charles Darwin sencillamente...

Naturalista, hijo de un médico y nieto del Dr. Erasmus Darwin y de Josiah Wedgwood, el famoso potter, nació y fue en la escuela en Shrewsbury. En 1825 fue a Edimburgo para estudiar medicina, pero fue tomado más con zoología marina que con el plan de estudios regular. Después de dos años procedió a Cambridge, donde graduó en 1831, continúa, sin embargo, sus estudios independientes en historia natural. En el mismo año llegó la oportunidad de su vida, su nombramiento para acompañar el Beagle como naturalista en una encuesta de América del Sur. Este viaje, que se extendió durante casi cinco años, atribuyó la primera formación real de su mente, y después de su regreso publicó un relato de la misma, Zoología del viaje del Beagle [1840]. Después de pasar unos años en Londres organizar sus colecciones y escribir su diario, que quitaron a abajo, un pueblo retirado cerca de Weald de Kent, donde, en una casa rodeada de un gran jardín, su conjunto restante vida pasó en el paciente, de construcción de observaciones precisas, de su teoría de la evolución, que creó una nueva época en la ciencia y en el pensamiento general. Su industria fue maravillosa, sobre todo cuando se tiene presente que sufría de problemas crónico de salud. Después de dedicar algún tiempo a la geología, especialmente a los arrecifes de coral y haber agotado al tema de percebes, asumió el desarrollo de su pregunta favorita, la transformación de las especies. En estos primeros años de residencia en abajo publicó la estructura y distribución de los arrecifes de Coral [1842], y dos obras sobre la geología de las islas volcánicas y de América del Sur. Después de que había dado mucho tiempo y pensamiento profundo a la cuestión de la evolución por selección natural y había escrito sus notas sobre el tema, recibió en 1858 de Alfred Russel Wallace) un manuscrito que muestra que también había alcanzado independientemente una teoría sobre el origen de las especies similares a las suyas. Esta circunstancia creó una situación de gran delicadeza y dificultad, que finalmente fue conseguido por los dos descubridores presentando un documento conjunto, sobre la tendencia de las especies para formar variedades y en la perpetuación de las variedades y especies por medios naturales de selección. La publicación de el origen de las especies en 1859 dio a Darwin un lugar reconocido entre los hombres más grandes de la ciencia y las controversias que, junto con otras de sus obras, lo provoca, ayudó a llevar su nombre todo el mundo civilizado. Entre sus numerosos escritos posteriores pueden ser mencionados la fertilización de orquídeas [1862], variación de plantas y animales bajo domesticación [1868], el origen del hombre y selección en relación con el sexo [1871], la expresión de las emociones en el hombre y animales [1872], plantas insectívoras [1875], plantas de escalada [1875], diferentes formas de flores [1877], el poder de movimiento en plantas [1880] y la formación de moho vegetal a través de la acción de gusanos [1881].

Agencias/SimaCaribe 22 jul 2011