El mar venezolano, con una superficie aproximada de 860.000 km2, alrededor de 314 islas y unos 2.813 Km sobre el mar Caribe, conforma un área de vital importancia para la seguridad económica y alimentaria del país. Sin embargo, el impacto de las diversas actividades de una población que se aglutina a todo lo ancho del territorio nacional, especialmente sobre el eje norte costero, amenaza permanentemente el equilibrio de los ecosistemas marinos y la integridad de sus recursos naturales principalmente por la contaminación y la explotación indiscriminada. Para todos es conocido que la contaminación marina mayoritariamente tiene orígenes continentales; el hombre en su desarrollo vital poco se preocupa por el destino de los desechos domésticos e industriales.
En nuestro país, las consecuencias de ello inciden de manera determinante sobre los ambientes acuáticos, ya que éstos resultan ser los más frágiles e impactados por las actividades urbanas e industriales, lo que genera toda una serie de situaciones en las que nos enfrentamos a problemas todos relacionados entre sí. Cabría mencionar antes que nada los terribles efectos que hemos padecido por el cambio climático que ocasiona largas sequías y grandes inundaciones, que originan en lo que a zonas marinas se refiere¬-la pérdida de importantes áreas de bosques de manglar, debido a la sequía prolongada y el manejo inadecuado de las cuencas de los ríos; esto afecta directamente a la cría de varias especies. Es grave la situación de los arrecifes de coral, que siendo uno de los ecosistemas más ricos están siendo amenazados por la contaminación y por el incremento de la temperatura. Numerosas especies marinas están en disminución y el ritmo con que esto ocurre se ha acelerado en los últimos años. Los combustibles y lubricantes que son arrojados al mar, bien sea por su mal manejo, extracción o transporte riesgoso y, en general, por todo el impacto de la industria petrolera que por sí solo sería tema aparte para otro análisis.
La degradación por contaminación de las cuencas de los ríos. El inadecuado y deficiente manejo de los desechos sólidos. El escaso reciclaje de los residuos debido a que no es una actividad muy atractiva por la cadena de intermediarios, y a que las empresas del ramo pagan muy poco por los materiales. El consumismo incontrolado en todos los estratos de la sociedad que producen una excesiva cantidad de desechos poco amigables con el ambiente. La contaminación de las fuentes de agua potable que, aparte de limitarnos cada vez más a su acceso, terminan en el mar. La permanente sobre explotación de la industria pesquera, ya sea a gran escala o artesanal y la innegable incidencia de las construcciones y negocios urbanos, turísticos e industriales en todas sus manifestaciones. Todo esto es producido por la actividad humana.
Debemos entonces los habitantes de estas regiones y los ciudadanos en general, alcanzar un mayor grado de conciencia en torno a los problemas ambientales y de manera muy especial en el de la contaminación de nuestros espacios acuíferos, nuestras playas y ríos. Nosotros, los individuos, la gente común, que al fin de cuenta somos los protagonistas que interactuamos sobre nuestro planeta, necesitamos lograr ese cambio de conciencia que nos permita entender que nuestra existencia depende de los servicios que nos presta la naturaleza y de la forma que hagamos uso de ellos. Para lograrlo, debemos disponer de las herramientas que tenemos: la educación, promoción, divulgación y puesta en marcha de planes y proyectos a través de los medios de comunicación, el uso de las redes sociales, el apoyo a las organizaciones públicas y privadas, la participación activa de las comunidades organizadas, los empresarios, los industriales, las universidades. Pero más que nada, debemos estimular la participación voluntaria de los individuos de manera interesada y comprometida con los diversos talleres y jornadas que distintas organizaciones desarrollan para la protección y rescate de aquellos espacios más vulnerables de nuestras costas, playas islas y ríos.
Contando entonces principalmente con la investigación científica marina, que posee las bases para la compresión de los procesos oceánicos y sus ecosistemas, Fundación La Tortuga pone en marcha una serie de proyectos en diversas regiones costeras e insulares, basados en esas investigaciones que nos aportan el conocimiento para articular planes de educación ambiental, promoviendo medidas adecuadas para el manejo del recurso y su mejor aprovechamiento. Cabe destacar entre ellos a los siguientes:
“Caracterización Biológica y Oceanográfica de la Isla de La Tortuga” que es un estudio base para conocer la biodiversidad y promover la conservación de la segunda isla más grande del país; “Monitoreo de la Calidad de las Aguas de los Canales del Complejo Turístico El Morro”, situado en los municipios Urbaneja y Sotillo del estado Anzoátegui, para la construcción del estudio base para conocer las causas, orígenes y soluciones del problema de su contaminación y contribuir con su mejoramiento y protección; y “Monitoreo de la Calidad de Las Aguas del Parque Nacional Mochima”, construcción del estudio base referencial de la calidad de sus aguas marinas para contribuir con el mejoramiento de sus condiciones ambientales y turísticas. El proyecto “Objetivo Tierra” es un programa de educación ambiental no formal que lleva el mensaje conservacionista y que se apoya principalmente en la participación directa de las comunidades y en los proyectos que presentan los estudiantes universitarios a través de una visión articulada de arte y educación por medio de talleres de re-uso, en donde interactúan artistas plásticos con la comunidad utilizando materiales considerados de desecho. Esta actividad involucra a los participantes en una actividad pública donde intervienen expresiones como la música, el baile, la danza construyendo un performance de expresión armónica y de conciencia conservacionista.
Solo entonces cuando logremos, por estas iniciativas y las que puedan surgir en el camino, integrados todos, individuos, comunidades, empresarios, organismos y gobierno, trabajando articuladamente, elevaremos el grado de conciencia y con ello la carga de responsabilidad que todos tenemos con la conservación de nuestros mares, islas, ríos y lagos, y podremos legarle a las generaciones venideras un país poseedor de una de las regiones costeras más hermosas sobre el mar caribe.
Agencias/SimaCaribe 22 jul 2011