La ballena Calderón (Globicephala melas) o Globicephala macrorhynchus pertenece a la familia de los delfines, son seres marinos con una alto grado de evolución en su sistema nervioso y por tanto inteligentes, con una gran variedad de comportamientos sociales y con la capacidad de sufrir un fuerte nivel de estrés, profundo dolor, pánico y terror, tiene un cuerpo robusto, pudiendo alcanzar los 6 m de longitud y las 2 toneladas de peso. Pero esto no parece ser un inconveniente para sus aniquiladores humanos.
Las ballenas tienen una capacidad casi increíble de enriquecer las vidas de las personas con las que llegan a entrar en contacto pacífico. Son incomparables generadores de asombro y admiración. Existe una mística a su alrededor que inspira un sentido de maravilla y felicidad en personas de todas las razas y nacionalidades, algo que ningún otro grupo animal ha llegado a igualar con tal magnitud. Las ballenas ejercen tal fascinación en la gente que se han transformado en poderosas herramientas para la educación de personas de todas las edades. Además estas ballenas, se acercan al hombre únicamente para interactuar y jugar con él como gesto de amistad.
Pero todos los años a finales del mes de julio se lleva a cabo una sangrienta masacre contra las ballenas Calderón, una especie inteligentísima en peligro de extinción, que se acercan naturalmente a los seres humanos por su docilidad y sensibilidad. Está tradición data de 1.200 años, en las islas Feroe en Dinamarca, como una ceremonia de iniciación para los adolescentes que llegan a la adultez. En esta ceremonia se matan cerca de 1.000 a 3.000 ballenas Esta matanza tradicional sangrienta de todos los años resulta ser un lamentable espectáculo al que nadie pone freno y todo el pueblo se prepara para el gran día. Todos participan de una manera u otra, matando o viendo la crueldad, apoyándola como espectador.
La ballena teóricamente esta protegida por la ONU y la CITES
El Gobierno Autónomo de Islas Feroe, dependiente de Dinamarca, no planea proteger ninguna de las especies amenazadas y protegidas por el CITES, (la sigla que identifica a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). Ha declarado oficialmente que los costos de implementación de CITES exceden los beneficios económicos del comercio y alega que la inclusión de estas especies marinas se encuentra más allá de la competencia de dicha convención.
A pesar de haber ratificado en 1977 la convención sobre especies amenazadas, Dinamarca permite y lleva a cabo atroces matanzas en sus Islas Feroe. Los habitantes de las Islas Feroe celebran la carnicería en un ambiente grotescamente festivo. Tal es el regocijo en el exterminio, que las autoridades locales dan día libre a los escolares para que puedan divertirse en la terrible matanza.
¿Es posible justificar esta terrible matanza de ballenas bajo el arropo de una fiesta local? ¿Es éticamente aceptable este acto brutal? ¿Cómo es posible que el ser humano se regocije ante tanto sufrimiento y horror? ¿Qué puede llevar al ser humano a regocijarse ante tanta crueldad y sufrimiento? ¿Tan grande es la insensibilidad de determinados grupos de personas? Tristeza, vergüenza y dolor es lo único que se puede sentir ante imágenes como las presentes.
La razón por la que nadie hace nada allí para frenar esta masacre es que antes la agricultura jugaba un papel muy importante en las islas, pero actualmente sólo un 1% de la población se dedica a la agricultura. La pesca, la industria pesquera y la exportación de pescado son las actividades comerciales más importantes hoy en día. Además la carne de Calderón supone aproximadamente una cuarta parte del consumo total de carne de la isla.
El ser humano se regocija cruelmente con el asesinato deportivo de animales
Pero debemos recordar que esta matanza no es la única, ya que en países de todo el mundo podemos encontrar tradiciones crueles con los animales que parecen ser toleradas, cada vez, por un número menor de personas. Pero lamentablemente el suficiente como para que se sigan realizando. Concienciar es la clave, y por ello es tan importante la educación ambiental y el que todos hagamos algo por pequeño que sea, ya que muchos pocos hacen algo grande; ¿O no están hechas las grandes montañas de pequeñas partículas de tierra?
Así jugamos los seres humanos: echando a perder ya sea violentamente o destructivamente hasta lo más sano que nos presenta la naturaleza. Familias enteras de ballenas con madres preñadas, crías en período de lactancia, jóvenes ballenatos y adultos de gran esbeltez son aniquiladas de la forma más feroz e inhumana por estos isleños. Las aguas se tiñen de sangre a pesar de tratarse del mismo mar. La agonía de estas familias de ballenas es lenta y cruel. Sus implacables torturadores, a veces borrachos, se echan al agua con trajes de neopreno y con la ignorante indiferencia de cualquier verdugo.
Ellas no mueren al instante, son penetradas una y otra vez con filosos ganchos, en esos momentos las ballenas ¡producen sonidos tan parecidos a los un bebe llorando!.... Sufren y no hay compasión hasta que se desangran lentamente por las tremendas heridas hasta batirse y morir en su propia sangre. Finalmente estos héroes de la isla, ahora ya son adultos razonables hechos y derechos, ¡ya han demostrado su madurez! Y su gran valentía.
Es un claro ejemplo de una enfermedad que afecta cada vez más a nuestra sociedad, el especísmo. Este término lo acuñó en 1970 el psicólogo Richard D. Ryder, y explica la discriminación basada en la diferencia de especie animal. La discriminación especista presupone que los intereses de un individuo son de mayor importancia por el hecho de pertenecer a una especie animal determinada, en este caso, la nuestra, el homo sapiens. Vemos ejemplos de ello que se dan cada día, corridas de toros, toros coleados fiestas populares donde se maltratan animales, encierros, abandono y maltrato de mascotas, caza indiscriminada de focas y ballenas y un larguísimo y vergonzoso etc. Esta enfermedad nos lleva a creer que todas las demás especies diferentes a la nuestra son de nuestra propiedad, y que podemos hacer con ellas lo que nos plazca y sin escrúpulos.
El peor animal y el más monstruoso es el propio hombre. ¿Cuando nos daremos cuenta de ello?, mientras no nos concienticemos de qué polvo somos y en polvo nos hemos de convertir, y sepamos respetar a los demás, incluidos la naturaleza y los animales, nada se conseguirá y sólo llegaremos a dejar destrucción y desolación en el planeta que vivimos, a las futuras generaciones.
Agencias/SimaCaribe 27 jul 2011